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La novia del joven que se suicidó tras ser condenado por 'deshonesto' denuncia presiones del juez

ENVIADO ESPECIALLa novia y los amigos de Diego Sánchez Molina, el joven de 21 años de edad que se suicidó el pasado día 6 en Azuaga (Badajoz), después de haber sido condenado a consecuencia de una denuncia por estar acariciándose en público, denunciaron ayer que el juez de la localidad, Antonio Navarro Castillo, autor de la denuncia, les presionó a lo largo del proceso para impedir que se movilizasen contra la injusticia de que se sentían objeto. "Nos tenía en un puño" afirmó textualmente María Dolores Muñoz, de 17 años de edad, refiriéndose al juez.

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María Dolores Muñoz realizó estas declaraciones animada por la creciente indignación popular en torno al caso. A las siete de la tarde de ayer los vecinos de Azuaga realizaron una manifestación, encabezada por. la propia María Dolores y una hermana del fallecido, para pedir que se exijan responsabilidades y se inhabilite al juez. A la manifestación, acompañada de una huelga general de dos horas entre las seis y las ocho de la tarde, asistieron entre 5.000 y 7.000 personas, más de la mitad de la población, de unos 10.000 habitantes.En la marcha figuraban asimismo los miembros de la corporación municipal, encabezada por el propio alcalde, el socialista Victoriano Prieto. El Ayuntamiento, que como tal corporación ha permanecido al margen del conflicto, se sumó finalmente a la protesta, aunque desde el primer momento han tomado parte activa en la misma las personas relacionadas con la Universidad Popular de Azuaga, que patrocina el municipio.

Cambio de abogados

Antonio Navarro no es de carrera, sino que ocupó la plaza de juez de distrito como contratado, durante dos años y hasta el pasado 3 de febrero. La Audiencia Territorial de Cáceres, máximo órgano judicial de la región, ha decidido que no volverá a ejercer de juez en Extremadura.

Según María Dolores Muñoz, el juez presionó a Diego y su familia para que no se movilizasen, amenazando con duras penas de cárcel. Asimismo, el primer abogado que defendió los intereses de la familia Sánchez, Valentín Rovira, de Azuaga, se retiró del caso sin explicar su actitud porque estaba bajo secreto profesional, mientras del letrado que tomó el asunto de oficio, Carlos Nogales, el propio Antonio Navarro alardeaba de que era su amigo.

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María Dolores Muñoz dijo que el juez de Azuaga intentó congraciarse con ellos y hacerles ver que era mejor proceder sin escándalo, por lo que la chica y su novio confiaban en que no se produciría la dura. sentencia que pronunció la Audiencia Provincial de Badajoz: cinco meses de cárcel para Diego Sánchez y dos para su novia, además de multas de 30.000 y 20.000 pesetas, respectivamente.

Incluso no llevaron testigos al juicio -al que acudieron casualmente en el mismo taxi que el juez- porque Antonio Navarro así se lo aconsejó.

Sí fueron a declarar los policías locales Miguel Morillo y Fernando Durán, a quienes Antonio Navarro ordenó detener a Diego Sánchez, a las dos de la tarde del 2 de febrero de 1986, domingo.

El juez ordenó la detención después de enviar a los policías municipales a tomar la filiación de la pareja encausada y otra más a quienes sorprendió en actitud que él consideraba deshonesta. Diego Sánchez respondió al juez, en su propia cara o por medio de los policías, según las versiones, que Antonio Navarro le iba a "chupar los huevos".

A la cárcel

El joven fue conducido al calabozo municipal, y a la mañana siguiente al juzgado de instrucción de Llerena, cuyo titular era José Carlos Ruiz de Velasco. De allí se le trasladó a la prisión provincial de Badajoz -normalmente el juez de instrucción es el competente para ordenarlo-, donde estuvo Diego Sánchez ocho días.

Lo pasó "fatal", según la novia, incluso intentó cortarse las venas "para acabar con todo esto" y volvió "muy cambiado, no era el mismo". En la prisión de Badajoz, afirmó María Dolores, Diego Sánchez sufrió diversas vejaciones, incluido un intento de violación. El joven padeció después depresiones, rompió con su novia, rehizo el noviazgo, y finalmente fue hallado muerto, colgado del cuello de una viga del corral de su domicilio.

Tras,la denuncia, las primeras iniciativas de protesta se habían paralizadp por el temor de la familia. Sin embargo, algunos ciudadanos protestaron por su cuenta. Azuaga, aunque actualmente tiene sólo 10.000 habitantes, hace décadas casi llegó a los 30.000, gracias a la prosperidad que le procuró la minería del plomo, hoy en decadencia.

"El beso en Azuaga"

La ciudad, no obstante, ha conservado cierto carácter y funciona como centro de reunión de la comarca para la diversión del fin de semana. Entre otras cosas tiene tradición el carnaval, una de cuyas comparsas inventó el año pasado una copla, con la música de El beso, cuyo estribillo decía: "El beso, el beso en Azuaga lo llevan las hembras con miedo y con ansia. No pueden darlo -en la mano, tampoco darlo al hermano, porque a ti te sale condena; si te ve el juez tu dormirás en la trena".

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