El fiscal pide 54 años de prisión para cuatro miembros de un comando de los GAL
El fiscal de la Audiencia Nacional ha solicitado penas que totalizan 54 años de prisión para cada uno de los cuatro presuntos miembros de un comando de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) acusados,-entre otros delitos, del asesinato del ciudadano francés Robert Caplanne, de 37 años, hecho ocurrido en Biarritz (Francia) el 24 de diciembre de 1985. Este crimen resultó ser un error, pues los terroristas pretendían asesinar a un refugiado vasco de apellido Errasti. El jefe del comando, Ismael Miquel Gutiérrez, que, según una sentencia, era colaborador de la policía española, se encuentra huido y en paradero desconocido.
Los miembros del comando, que se encuentran en prisión son José Luis Fariñas García: Javier Rovira Llor, Jorge Porta Laborda y Carlos Pedemonte Blay. Todos ellos han reconocido ante el juez su pertenencia a los GAL, y el fiscal pide para cada uno de ellos penas que totalizan 54 años y cinco meses de reclusión por los delitos de militancia en grupo armado, asesinato, depósito de armas, falsificación de documentos y uso público -de nombre supuesto. En el caso de que fueran condenados, la pena máxima que cumplirían sería de 30 años, por aplicación del artículo 70 del Código Penal. El ministerio público solicita también que estos cuatro acusados indemnicen con 12 millones de pesetas a los herederos de Robert Caplanne.
Colaborador
El fiscal considera a un quinto procesado, Carlos Laborda Costa, primo de Jorge Porta, como colaborador del grupo y pide para él ocho años de prisión. Laborda se encuentra en libertad provisional.Según el escrito de conclusiones provisionales del fiscal, al que ha tenido acceso este periódico, Fariñas, Rovira, Porta y Pedemonte formaron parte de un comando de los GAL desde agosto de 1985 hasta que fueron detenidos en Barcelona, el 14 de enero de 1986. Estos cuatro procesados, siguiendo las órdenes que Miquel daba a través de Fariñas, se reunieron en Barcelona a finales de agosto de 1985. En la reunión acordaron matar a algún residente vasco en el sur de Francia que tuviera alguna vinculación con terroristas de ETA, como represalia por recientes atentados que habían ocurrido en el País Vasco.
Miquel entregó a Fariñas varias fotografías de residentes vascos en el sur de Francia, seleccionados como posibles víctimas. Fariñas pasó las fotos a Porta, al que ordenó que hiciera unas fichas informativas, y encargó a Javier Rovira la ejecución material de la acción de represalia.
Siempre según el fiscal, Fariñas, y Pedemonte, provistos de documentación falsa que les había proporcionado Porta, se dirigieron a Biarritz, en septiembre de 1985, para poder identificar plenamente a la víctima escogida.
En noviembre de ese mismo año, Rovira y Pedemonte se trasladaron nuevamente a Francia, donde, a través de un plano, localizaron un subfusil, un revólver y munición que Rovira escondió en el mojón del kilómetro 42 de la carretera de Bayona a Pau.
Porta, dentro de esta labor de preparación de atentados, pidió a Laborda un carné de conducir,que éste sustrajo en el cuartel en el que prestaba el servicio militar en Barcelona. Porta falsificó un carné de identidad, al que colocó la foto de Rovira. Los carnés y la documentación de la persona a la que tenían que asesinar fueron entregados por Porta a Rovira.
A finales de diciembre de 1985, Rovira, al que ofrecieron 800.000 pesetas por la acción, se trasladó a Andorra y, con la documentación falsificada, alquiló un coche marca Suzuki. A continuación se trasladó a Bayona, donde recogió las armas. El 24 de diciembre, a la salida de un bar, disparó tres veces contra Caplanne, al que por culpa de las fotos recibidas había confundido con un vasco apellidado Errasti. Caplanne murió 11 días después, como consecuencia de las heridas recibidas.
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