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Assad y Gaspar Abdo

Una condecoración para 'compensar' 33 días de secuestro

Al término de 33 días de secuestro, Assad Abdo había perdido "bastantes kilos" y su hermano Gaspar sabía "cómo limpiar un cuarto". Los hermanos Abdo, funcionarios de la Embajada de España en Beirut, fueron dos de los tres rehenes españoles capturados hace un año por extremistas shiíes libaneses, que exigieron y consiguieron la libertad de sus familiares encarcelados en Alcalá-Meco. Ahora han recibido en Beirut sendas cruces de Isabel la Católica, como simbólica compensación por las semanas en que sus vidas valieron lo que un cargador de Kalashnikov.

El 17 de enero de 1986 España estableció relaciones diplomáticas con Israel. Ese mismo día, cinco geo volaron desde Madrid a Beirut con la misión de proteger la Embajada española de posibles represalias. Assad y Gaspar Abdo les recogieron en el aeropuerto, en el sector musulmán de la capital libanesa. Minutos después los dos hermanos y el geo Pedro Antonio Sánchez engrosaban el lote de los rehenes extranjeros en Líbano.Assad y Gaspar Abdo trabajan en la Embajada española desde hace más de tres lustros, y hoy son, respectivamente, su canciller y vicecanciller. Hablan castellano con acento cubano, porque la suya es una familia a caballo entre Líbano y la isla caribeña. Assad, de 41 años, casado, padre de dos hijos, tiene la nacionalidad española. Gaspar, de 31, soltero, la cubana.

Durante casi cinco semanas los hermanos Abdo y el policía estuvieron secuestrados en un cuarto piso del suburbio beirutí de Burj el Burajne. Recibían a diario un paquete de cigarrillos por cabeza y dos comidas, invariablemente compuestas de falafel, queso y té. Como libro tenían un Corán. Como música, plegarias religiosas musulmanas. Sólo al cabo de 20 días de secuestro dispusieron de un televisor. Por la noche, el cuarto era cerrado con llave, y los cautivos tenían que orinar en una botella de plástico, cuyo contenido arrojaban por la ventana, sin que nadie se ofendiera por ello. Assad y Gaspar Abdo sólo recuerdan como motivo decorativo de la vivienda un calendario del movimiento shíí Amal, con imágenes de Jorneíni, Nabih Berri y Musa Sadr. Una decena de muchachos con kalashrilkov hacían de vigilantes.

"Dormíamos muy poco. Sólo dos o tres horas al día, en la madrugada", dice Gaspar. "Nos pasábamos todo el tiempo hablando. Haciéndonos ilusiones sobre el modo de escapar". Los hermanos Abdo tenían que contener a menudo al geo, cuyo instinto profesional le impulsaba a "tirarse encima de algún secuestrador, quitarle el arma y liarse a tiros". Assad "rezaba y pedía un milagro". En dos ocasiones, los tres cautivos creyeron que había llegado su última hora. En ambas, "los chicos impidieron a su jefe, Mahmud Rahal, dejarnos tiesos en el acto". La primera fue cuando Rahal volvió frustrado de una entrevista con Berri. La segunda, el cumpleaños de Assad, cuando descubrió que sus captores habían ocultado dinero entre sus ropas.

Desde el día de su liberación, no han pisado Beirut Oeste, e incluso en el sector cristiano de la ciudad andan armados. No se tomaron un solo día de vacaciones extra. Assad volvió a recuperar peso, pero Gaspar aprovechó lo aprendido: "Allí aprendí a servirme por mí mismo en la vida doméstica".

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