Malik Khafoury

Malik Khafoury es consciente de que su proyecto de llevar un barco de la paz al golfo Pérsico -uno de los escenarios en los que se libra la guerra irano-iraquí- les parece a muchos "una idea de locos", pero, como hombre de voluntad y de tesón, está dispuesto a demostrar que es posible. Khafoury es un pacifista activo que en ningún momento se define como talantes que definiciones prefiere hechos. Y para hacerlo patente lleva prendida sobre la solapa de su traje impecable una pequeña bandera blanca, símbolo de la paz. "La única que puedo llevar, además de la española", afirma con orgullo.

Aunque nació en Bagdad, la capital iraquí, hace 25 años que Khafoury salió de su país y no ha vuelto a regresar. Se fue cuando era adolescente para estudiar en Líbano. Luego el destino le llevó a Kuwait, a Noruega y finalmente a España. La primera vez que viajó a nuestro país lo hizo para aprender castellano, pero se enamoró de una española, se casó con ella y, tras algunos meses más en Noruega, se estableció definitivamente aquí. Era 1972. Hoy, Khafoury tiene dos hijos, de 10 y 11 años, y se dedica con éxito a la exportación de calzado español.Este español de corazón y de adopción no olvida, sin embargo, que no todos los emigrantes lo son por gusto. Procedente de una familia humilde, Khafoury sabe lo que es trabajar de camarero en un restaurante o de ayudante en una gasolinera. "Incluso dormir en la calle", apostilla.

Un millón de muertos

"Hay muchas personas que, como yo, están fuera de sus países. La guerra entre Irak e Irán ha provocado, además de un millón de muertos, dos millones de desplazados. Alguien tenía que empezar a hacer algo. Mucha gente sueña con el fin de la guerra, y todo el mundo dice que desea su fin, pero hablar es una cosa, y hacer algo, otra", cuenta con la confianza de quien cree firmemente en lo que dice.Las imágenes de televisión y noticias sobre los últimos combates fueron la chispa. Propuso su idea a su mujer y a sus hijos y les pareció fabuloso.

Khafoury telefoneó entonces a varias organizaciones de carácter humanitario, pero encontró dificultades para hablar con los máximos responsables. Hasta que dio con José Antonio Martín Pallín, el presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de España, que le brindó todo su apoyo y colaboración. La asociación se puso en movimiento: estableció los primeros contactos, convocó una conferencia de prensa... El proyecto estaba en la calle.

Ha sido todo muy rápido. "Teníamos poco tiempo porque queríamos lanzar la idea antes de la cumbre islámica que se está celebrando en Kuwait. Pretendemos que los participantes nombren una comisión para que se una a nuestros trabajos. Para ello, he enviado un télex a losembajadores de los países que participan en la cumbre, cuenta con entusiasmo.

La Asociación Pro Derechos Humanos sigue buscando el apoyo, por escrito o de palabra, de organizaciones similares en otros países, grupos pacifistas y premios Nobel. Khafoury intenta conseguir la bendición del Papa para el proyecto y negocia con varios armadores el flete del navío. Su deseo es que el barco de la paz pueda zarpar de Barcelona entre abril y mayo. "Si por mí fuera, hoy mismo".