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Historia de un viajero

La noticia de la muerte de Gerald Brenan vulnera como una navaja, y será recibida con congoja por cuantos sepan lo que ha sido la magna contribución del escritor fallecido al conocimiento de España en el mundo, y lo que fueron las excelencias del hombre en sí.Edward Fitz Gerald Brenan nació en Malta el 7 de abril de 1894. Su padre, Hugh Gerald Brenan, era teniente de los Royal Irish Rifles; su madre, para quien el futuro escritor siempre sentiría una profunda ternura, procedía del norte de Irlanda.

Los muchos traslados del padre durante los seis años siguientes -Londres, África del Sur, Ceilán, India, otra vez África-, además de varias estancias en Irlanda y una gira por Francia, Alemania y Suiza en 1901, le abren el apetito al niño Gerald por los viajes, que serán una de las pasiones de su larguísima vida. En 1900, el padre, aquejado de malaria, había sido repatriado, terrninándose así la primera etapa de la formación del hijo, que a los seis años ha recibido ya un extraordinario caudal de impresiones bajo distintos y variadísimos cielos. En 1902, la familia se iristaló en una pintoresca casa de los montes Cotswold, no le lejos de Cheltenham, que sería hogar de Gerald hasta 1919, año en que: se escapa finalmente de su farrtilia -con el padre siempre tendría serias incompatibilidades- y descubre España.

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Brenan, a los nueve años, no pudo sustraerse al sino de los hijos de la clase media inglesa: inserción en el tradicional sistema de internado de las public schools (escuelas privadas). Como Robert Graves, George Orwell, Cyril Connolly y tantos otros, Brenan reaccionaría violentamente contra dicho sistema, con sus miserias, brutalidades y esnobismo, afirmando que aquél le dañará profundamente y que 30 años después todavía le producía pesadillas.

Carrera militar

Sus padres habían decidido que Gerald tuviera una carrera militar. Durante los años de Radley, su public school, empero, en que el individualismo del joven se afirma, así como su amor a la literatura, Brenan, que odia la vida castrense representada por su intolerable padre, comprende que tiene que huir. Le empuja a ello no sólo su amistad con un ser superior, acérrimo enemigo de la sociedad burguesa inglesa, John Hope-Johnstone, sino su lectura del libro Walden, de Henry David Thoreau, quien había logrado forjarse una vida propia, y de la Autobiografia de un supervagabundo, del poeta W. H. Davies.

En 1913, Brenan no tiene más remedio que volver a casa. Un año después, al estallar la guerra, ve por el momento solucionado el problema de cómo ganarse la vida, que ya atisba será dedicada a la literatura, alistándose en el Ejército. Durante los cuatro años de la contienda, en la cual se comporta con valentía, recibe varias condecoraciones y es ascendido al grado de capitán, Brenan empieza a pensar, obsesivamente, en la posibilidad, una vez terminada la guerra, de poder encontrar, en el sur de España, una cabaña, un refugio, un escondite, donde pasar unos años leyendo. ¡Leer! Es ya la obsesión del joven, quien, a diferencia de muchos amigos suyos, no ha tenido una carrera universitaria.

Brenan desembarca en La Coruña el 28 de septiembre de 1919. Llega por primera vez a Yegen el 29 de octubre, y alquila allí, el 1 de diciembre, su casa soñada, donde se instalará el 13 de enero de 1920.

Gracias a Al sur de Granada, la época de Yegen (1920-1934) es bien conocida. Son años de intensas lecturas y amistades, con frecuentes visitas a Londres, donde Brenan alterna con los miembros de Bloomsbury y otros literatos y artistas -Virginia Woolf, Lytton Strachey, Augustus John, Bertrand Russell, Roger Fry, entre ellos, varios de los cuales le visitarán en las Alpujarras-, y donde se inicia su apasionada relación con Dora Carrington. Durante estos años Brenan empieza una biografía de Santa Teresa, nunca terminada, así como varias novelas, algunas de las cuales verán la luz tiempo después. También hay que señalar la fecha de 1930, año en que, después del suicidio de Carrington, se inicia la relación de Brenan con la escritora Gamel Weolsey, que durará hasta la muerte de ésta, en 1968, momento en que, "milagrosamente" (la palabra es de Brenan), conoce a Lynda Nicolson Price, que le salvará de la desesperación y será su última compañera.

Años definitivos

Entre 1919 y, 1936, cuando Brenan abandona España al priricipio de la guerra, para no volver definitivamente hasta 1952, se forja la profunda relación suya con España, que dará lugar a sus obras maestras El laberinto español (1943) y La literatura del pueblo español (1951).

Ya en el Reino Unido, al tratar de desentrañar las causas históricas que habían llevado a los españoles a sumirse en la más terrible de las guerras civiles, Brenan enfocaría la contienda desde una profunda experiencia personal de España y de sus gentes, desde una profunda simpatía hacia ambas, lo cual da a su labor un extraordinario calor humano. Aunque Brenan no hubiera escrito nada más, quedaría El laberinto como uno de sus testimonios más entrañables y más luminosos jamás redactados sobre este país.

En estos momentos de intensa emoción, no quisiera analizar la obra de Brenan, sino recalcar, sencillamente, las cualidades humanas del hombre. Brenan amaba la vida y hacía que, al conocerle, otros viviesen más inten s arri ente, con más fruición y con más deseo de intentar lo que él había logrado, es decir, vivir la vida suya y no una impuesta por los demás.

Amaba, como su madre, las flores, y, le importaba saber cómo se llamaban. Amaba los paisajes, y los de Andalucía, especialmente de su Andalucía granadina y malagueña, le llenaban de íntimo gozo. Y si amaba sobre todo la literatura, sin la cual no habiría podido respirar, reservaba Ipara la poesía su devoción más Ipura. Brenan, en distintos momentos de su vida, escribió poemas, y siempre decía que ser poeta, auténtico poeta, era lo que más hubiera anhelado. Pero no pudo ser. Radicalmente modesto, nunca daba importancia a su producción literaria, diciendo en uno de sus aforismos, con característico laconismo: "Cuando escribo una página que se lee mal estoy seguro de que la he escrito yo. Cuaridose lee bien ha venido de algún otro sitio". Pero lo cierto es; que escribió páginas espléndidas que eran suyas y muy suyas.

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