La calma vuelve a Hunosa
Las mujeres incorporadas como peones de exterior están plenamente integradas en su empleo
Las mujeres incorporadas a la empresa minera Hunosa como peones de exterior se consideran totalmente integradas en su nuevo trabajo, que califican de "muy duro pero soportable". No se arrepienten de su decisión y todas siguen oponiéndose, a una legislación que califican de discriminatoria y machista por impedir el trabajo de la mujer en el interior de la mina.
Ana Álvarez, licenciada en filosofía y letras, es una de las cuatro mujeres que se incorporaron el pasado día 5 de enero como peón de exterior en el lavadero de carbón de Sovilla, en el municipio de Mieres. Ana, casada con un minero, tiene 32 años y un hijo de dos. Su decisión no fue fácil ni ligera: "Quería trabajar. Me licencié en la universidad en el año 1982 y, ya incluso desde antes, estaba buscando empleo. Sólo estuve empleada un corto período de tiempo como animadora cultural, becada por el Ayuntamiento de Mieres. El trabajo en la minería no es ninguna maravilla, pero en las cuencas no hay muchas otras posibilidades de empleo y mucho menos para la mujer. Mi decisión no es producto de la ligereza ni de la frivolidad, porque sabía perfectamente dónde me metía: desciendo de mineros, mi marido es minero y aquí casi todo el mundo tiene relación de una u otra manera con Hunosa. Tenía claro lo que quería, que era un empleo, y lo he conseguido. El trabajo, ciertamente, es duro y desagradable, pero es soportable. Sabíamos que veníamos a tirar de pico y pala, pero no estamos en condiciones de escoger".Como sus compañeras, viste un mono oscurecido por la suciedad, trabaja a la intemperie, y el carbón le tizna de negro la cara y las manos. "Se nos ha acusado por los sindicatos de haber aceptado un trabajo de exterior cuando habíamos presentado solicitud para el interior de la mina, como si hubiéramos cejado en nuestras reivindicaciones feministas. Y no es así. Seguimos reivindicando la igualdad al trabajo, el derecho constitucional a no ser discriminadas por razón de sexo y la derogación o modificación de la Carta Social Europea, que impide el trabajo de mujeres en el interior de la mina. Nosotras pretendíamos un trabajo y la empresa nos lo ha concedido en el exterior. Desde luego, no vamos a rechazarlo".
Ningún favor
Pilar García es auxiliar de clínica y trabaja también en el lavadero de Sovilla, tiene 35 años, está casada con un minero y fue una de las tres mujeres que en noviembre se entrevistaron con el ministro de Trabajo, Manuel Chaves, para solicitar la denuncia de la Carta Social Europea. "Yo no tengo ningún capricho en trabajar en Hunosa, pero no he encontrado nada mejor. Estoy satisfecha, aunque el trabajo es duro, y mantengo el propósito de superarme y de mejorar en lo posible, como cualquier varón. Pero eso no supone que hayamos aceptado este puesto para luego optar a otros menos rudos, como se está comentando. Nos presentamos a ayudantes mineros de interior y nos admitieron como peones de exterior; bueno, pues lo hemos aceptado con todas las consecuencias. Tampoco es cierto que hayamos tenido trato de favor por parte de la empresa. Por el contrario, también en esto hemos sido discriminadas, porque hombres con la misma puntuación que nosotras se incorporaron mucho antes al trabajo. Estamos satisfechas porque hemos estado recibiendo numerosas muestras de apoyo y telegramas de felicitación de toda España".La oposición inicial de algunos mineros ha remitido casi totalmente. Blanca Esther González trabaja en el pozo Montsacro, en Riosa, como peón de exterior, junto con su cuñada, María Teresa Menéndez, ambas de 29 años. Su incorporación al trabajo motivó un paro de 24 horas en dos pozos mineros, pero aquello ya empieza a olvidarse: "Ya van aceptando nuestra presencia como algo normal. En realidad, nunca hubo actitudes desagradables contra nosotras; a lo sumo, eludían el saludo. Pero la relación ya empieza a ser fluida".
En otros centros, tales reticencias, por el contrario, nunca existieron. "En Sovilla", aclara Pilar García, 9a oposición fue de los parados de la zona y de madres de jóvenes sin empleo, pero los mineros no acudieron a la huelga conío les propusieron, y desde el primer día han tenido con nosotras un trato amable. Se preocupan mucho de nosotras, nos animan constantemente y, nos explican cómo debemos hacer el trabajo". Ninguna se consi dera inferior en fuerza y destreza a los hombres. "Resolvemos el trabajo como cualquiera", manifiesta Blanca Esther González, "y seguimos dispuestas a traba jar también en el interior. Se nos ha censurado porque nuestros maridos ya tienen trabajo y abundan los jóvenes sin empleo en la zona, pero las 14 mujeres no somos las culpables del paro existente. Yo ya he dicho que es toy dispuesta a renunciar a mi puesto si todos los mineros cuyas mujeres trabajan renuncian a uno de los dos empleos".
Crítica a los sindicatos
Ana Álvarez califica, como sus compañeras, de machistas y paternalistas algunas actitudes de los sindicatos. "Reconozco que este trabajo es muy duro, pero lo es tanto para los hombres como para las mujeres. Lo que hay que hacer es humanizarlo, mejorar las condiciones. El SOMA-UGT ha dicho que la incorporación de mujeres era un retroceso de una conquista social, pero yo creo que sí es un avance que la mujer pueda optar a trabajos hasta ahora vedados para ella. No lo es, en cambio, que se siga pican do carbón como hace 40 años, prácticamente. Estamos muy descontentas de la actitud de los sindicatos, porque sólo hemos tenido el apoyo de la Secretaría de la Mujer de CC OO. Sabemos que algunos militantes y delega dos del SOMA-UGT han estado detrás de los conflictos habidos a raíz de nuestra incorporación. La dirección regional deCC OO mantuvo una postura ambigua y sólo se pronunció favorablemen te a muy última hora. Blanca Esther interpreta esta actitud como un temor de ambas organizaciones a una pérdida de afiliación. Ana sostiene, con todo, que ésta es una conquista irrenunciable "Detrás de toda la polémica suscitada", dice, "hay una actitud de gran machismo".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.