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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Lo justo, lo injusto

En estos tiempos de continuos cambios, en los que la justicia no podía librarse de la crisis ni de justas acusaciones, hay que decir que la justicia que emana de un juez de juzgado no es la misi-na que imparte un tribunal colegiado, una audiencia, por ejemplo.Los tribunales no están compuestos propiamente de jueces, sino de magistrados; y los magistrados, en el hecho de que sus responsabilidades están compartidas y van a quedar diluidas en una sentencia al fin y al cabo impersonal, pueden llegar a tomar resoluciones, que van desde justificar lo injustificable hasta no perdonar una nimiedad. Porque es verdad que, a veces, los tribunales parecen empeñados de antemano en retrasar, el desmoronamiento de concepciones caducas sobre el respeto a las instituciones (caso Pacheco) o en asegurar con forceps la inmunidad de un honor circunstancial (caso Pujol). Por eso, no es extraño que a las sentencias les pueda faltar toda la fuerza persuasiva que brilla, cuando lo que se persigue es sintonizar con una voluntad de protección de los derechos sociales o individuales nacidos de una sociedad nueva.

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Lo justo, lo injusto

Las sentencias de un juez son otra cosa. El juez tiene nombre y apellidos y asume directamente no sólo el riesgo de que su decisión sea corregida a través de la casi siempre segura apelación, sino también el de que los medios de comunicación le van a juzgar inmediatamente a él, sin piedad ni concesiones, en cuanto el caso tenga -o se le quiera dar- una mínima trascendencia.

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La prevaricación o el cohecho son, en tales condiciones, casi impracticables, y los errores técnicos de un juez al aplicar o interpretar las leyes, seguramente menos frecuentes de lo que se dice.

No acabo de describir a ángeles, sino a hombres que conocen y respetan al hombre, mejor que la inmensa mayoría de los que les descalifican. Por esto, y mientras esperamos las bendiciones del jurado, es preciso hacer a los jueces la justicia por la que tantos vociferan. Porque son, en el mundo de la justicia y a pesar de todo, los que merecen ser salvados de la quema.-

Escritor y abogado.

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