Miguel Delibes Castro

Miguel Delibes Castro es, con 39 años, el mayor de los siete hijos del escritor castellano. Biólogo de gran prestigio en medios ecologistas, trabaja como investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la estación biológica de Doñana. Aficionado, como su padre, a la caza y la pesca, asegura que ahora prefiere acompañar a cazar al famoso escritor "dejando la escopeta en casa". Por algo se define "muy ecologista", y su labor consiste, fundamentalmente, en la conservación de la naturaleza.

Miguel Delibes Castro no entiende su labor como científico como voceador de los males que aquejan a la naturaleza, sino como encargado de hacer frente al desafío que supone investigar para que el desarrollo conviva con la conservación del medio ambiente.Tres de sus hermanos -Ángeles, Juan y Adolfo- se ganan también la vida con la práctica de la biología. Con Isabel, su esposa, que es abogada y trabaja en temas de medio ambiente, tiene dos hijos, que aún no cuentan con edad suficiente para definirse por un futuro profesional que asegure la constante ecologista o literaria de la familia Delibes. Estas inquietudes las explica Miguel por una herencia paterna de aficiones y, quizá, por imitación entre los propios hermanos.

En cuanto al arte literario, Miguel, Delibes asegura: "No siento necesidad de expresar sentimientos ni emociones por escrito". De hecho, la media docena de libros que ha escrito es de tema zoológico, escrita por encargo. Después, cuando ve sus libros en las tiendas, afirma que se siente a gusto. También es autor de una tesis -titulada Ecología del lince en Doñana-, de un libro sobre el quebrantahuesos, especie en peligro de extinción, y de infinidad de fascículos y artículos sobre la disciplina en la que es especialista.

Asimismo, escribió fascículos con Félix Rodríguez de la Fuente, pero eso fue en Madrid, tres años después de acabar la carrera, al inicio de los setenta. Las mensualidades de entonces no llegaban a las 20.000 pesetas. No obstante, dice que con el popular Rodríguez de la Fuente aprendió mucho, quizá porque le consideraba como "una persona excepcional, apasionado y con una gran capacidad para transmitir su entusiamo".

El primogénito de los Delibes no cree incompatible la afición a la caza y la pesca con la preocupación medioambiental. Es más, como forma de usar la naturaleza, cree que se trata de un método mucho más blando que otras muchas formas de explotación. "Otra cosa es que me lo plantees como un problema ético; entonces ahí no hay objeción".

Hace ya mucho que dejó de practicar la caza y la pesca, entretenimientos que anteriormente ocuparon una buena parte de su tiempo libre. Según su propio relato, nunca fue buen depredador. A menudo le sucedió haber salido a cazar en cuadrilla y estropear parte de la jornada porque se distraía hurgando en las madrigueras que encontraba a su paso mientras la codiciada pieza podía escaparse por su lado.

Ahora, cuando cualquiera de esos días acompaña a su padre en una batida de caza, prefiere hacerlo sin escopeta.