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Tribuna:LA REFORMA DEL SISTEMA MONETARIO INTERNACIONAL
Tribuna
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¿Hacia una menor flexibilidad de los tipos de cambio?

La integración de buena parte de los países miembros de la Comunidad Europea en el Sistema Monetario Europeo (SME) y los buenos resultados alcanzados por éste hasta el momento han planteado nuevas dudas sobre la conveniencia de mantener el grado de flexibilidad actual entre las principales monedas.Cuando, a principios de los años setenta, quedó instaurada la flexibilidad de los tipos de cambio como pieza clave del sistema monetario internacional se confiaba en que resolviera algunos de los graves problemas existentes con el anterior sistema de tipos de cambio fijos:

1. Con la flexibilidad de los tipos de cambio, el equilibrio de las balanzas de pagos quedaría automáticamente garantizado, liberando así a las políticas económicas nacionales de la tarea de asegurar el equilibrio externo y permitiendo que éstas se centraran exclusivamente en el logro del objetivo interno de crecimiento no inflacionario.

2. La flexibilidad de los tipos de cambio actuaría de amortiguador de los shocks macroeconómicos procedentes del exterior, reforzando así la estabilidad de las economías nacionales.

3. La eficacia de la política monetaria como instrumento de lucha anticíclica se vería aumentada, al desaparecer las variaciones automáticas de la masa monetaria resultantes de la intervención de los bancos centrales en los mercados de cambios internacionales.

Sin embargo, los buenos deseos no iban a verse confirmados en la práctica: ni los tipos de cambio flexibles serían capaces de resolver el dilema entre equilibrio interno y externo, ni conseguirían aislar las economías nacionales de las Perturbaciones exteriores, ni tampoco harían de la política monetaria un remedio eficaz e infalible contra los vaivenes del ciclo económico.

Pero probablemente sería injusto imputar todo esto al funcionamiento del sistema de tipos de cambio flexibles, pues hay que tener en cuenta que:

1. El tipo de cambio no es sino un reflejo de las políticas económicas nacionales, por lo que cabe preguntarse hasta qué punto la insatisfacción actual con los tipos de cambio flexibles no refleja en realidad insatisfacción con dichas políticas.

2. Aunque es muy cierto que la interdependencia económica y la transmisión internacional de los shocks económicos no han disminuido, sino que han aumentado en los últimos años, esto se ha debido principalmente a la creciente conexión comercial y financiera entre los países, así como a la aparición de shocks reales de, gran envergadura (shocks petroleros y del déficit público americano).

3. El progresivo abandono de las políticas de estímulo puramente monetario como pieza clave de las estrategias de recuperación se ha debido en buena parte a la rápida respuesta de los salarios a la inflación, así como a la existencia de rigideces estructurales en los aparatos productivos de las economías occidentales.

Perturbaciones monetarias

En concreto, el tipo de cambio real, que refleja el precio de los bienes producidos en el país con respecto al precio de los bienes producidos en el exterior cuando ambos se expresan en una moneda común, es uno de los precios relativos clave que orientan las decisiones de producción, consumo e inversión en una economía abierta.

Aunque en principio las oscilaciones del tipo de cambio real pueden obedecer a las legítimas causas que llevan a cualquier precio relativo a modificarse cuando la economía experimenta perturbaciones de carácter real, frecuentemente se producen oscilaciones debido a perturbaciones de carácter monetario que confieren una volatilidad excesiva a los tipos de cambio que resulta perjudicial para el proceso de asignación de los recursos. Pero aún mucho más preocupante es la posibilidad de que se produzcan movimientos especulativos que alejen durante períodos prolongados de tiempo el tipo de cambio de su valor de equilibrio.

De hecho, la intensa apreciación del dólar en el período 1981-1985, donde llegó a apreciarse un 40% frente al marco y un 65%. frente a la libra, ha sido atribuida por algunos destacados economistas a factores especulativos, sospecha que ha estado detrás de los recientes intentos de deshinchar el dólar para situarlo en niveles más realistas.

Una vez reconocido el problema surge la cuestión de cómo resolverlo. Las diversas soluciones propuestas en la actualidad para mejorar el funcionamiento del sistema monetario internacional basan su lógica en uno u otro de los razonamientos siguientes:

1. El logro de la estabilidad de los tipos de cambio precisa de una reforma del sistema monetario internacional que limite sustancialmente el grado de flexibilidad del que gozan los tipos de cambio en la actualidad. Sería conveniente, por tanto, establecer unas bandas de referencia que -salvo casos excepcionales- no puedan ser rebasadas.

2. Dado que el tipo de cambio no es sino el reflejo de las políticas económicas seguidas por los distintos países, más que limitar directamente la flexibilidad de los tipos de cambio, lo que hay que hacer es coordinar dichas políticas. Es evidente que no resulta sencillo escoger entre las dos soluciones. Pero tampoco es obvio que se deba escoger.

Tal y como ha venido demostrando la favorable experiencia del Sistema Monetario Europeo, cualquier intento de limitar la flexibilidad de los tipos de cambio sólo puede tener éxito si viene acompañado de unas reglas de juego lo suficientemente claras y firmes como para disciplinar las políticas económicas nacionales, garantizando su coordinación internacional.

Por otra parte, el hecho mismo de limitar en algún grado la flexibilidad de los tipos de cambio puede ser un punto de referencia útil para hacer viables intentos de coordinación que de otro modo no prosperarían.

José Viñals es economista del Banco de España.

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