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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'El beso mortal'

Con fecha 26 de octubre pasado le envié una carta que contenía una puntualización sobre la película El beso mortal, referente a un artículo aparecido en EL PAÍS, que fue publicada el 1 de noviembre, pero habiendo sido suprimida una segunda parte en la que denunciaba el reciente doblaje perpetrado por TVE del filme Muero cada amanecer (Each dawn I die, 1939), de William Keiglíley, emitido el 20 de octubre, y en el que James Cagney y George Raft aparecían hablando absurdamente en cheli madrileño, con expresiones como "colega", "la pasma" y, algún "coño" que otro. Este atentado cultural no fue criticado ni comentado en ninguna de las reseñas de distintas revistas y diarios que he leído desde entonces, hasta que el domingo 14 de diciembre, en El País Semanal, Augusto M. Torres hacía alusión a ello en su sección crítica..., ¡dos meses después y de pasada!Pues bien, con la emisión de Cerco de odio (The dark past, 1948), de Rudoplí Mate, el 15 del actual y dentro del mismo cielo, se ha vuelto a repetir la fechoría con mas refinamiento destructivo. Así, al poco de empezar, William Holden llama "gilipollas" a sus rehenes; luego recomienda a Lee J. Cobb que "no diga chorradas", y este último, un poco después, tranquiliza al primero expresándole que algunas de sus preguntas psicoanalíticas "tal vez le parezcan gilipolleces, pero son necesarias". Coincide esta nueva muestra de zafiedad, mal gusto, estupidez y desprecio total por los espectadores amantes del cine con las muy recientes declaraciones de Pilar Miró ante la Comisión de Control de RTVE (EL PAÍS, 13 de diciembre de 1986), en las que afirma que le interesa "más el espectador que cualquier otra cosa". Lo cual me decide a insistir sobre el asunto con la esperanza de que esta vez sea publicada la carta completa, rogando a la directora del Ente Público RTVE que se asome por el departamento de doblaje -o como se llame- para enterarse de lo que ocurre allí y tratar de poner remedio a esta alucinante modalidad de triturar el cine. Los tacos, el lenguaje posmoderno y otras delicias idíomáticas están muy bien para el cine español actual -a mí me divierten-, e incluso para el doblaje de producciones también de ahora, pero doblar de este modo filmes de epocas pasadas es algo insufrible e intolerable, algo que destruye la buena programación cinematográfica de Televisión Española-

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