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Desarticulada una banda que secuestraba a sus víctimas para robar en sus domicilios

Siete personas de 22 a 29 años han sido detenidas como supuestos miembros de una banda que secuestraba a automovilistas para robar después en sus domicilios, informó ayer la Jefatura Superior de Policía. El último de ellos fue, el pasado 22 de diciembre, Sandalio Arce Fernández, de 65 años, chófer oficial del secretario general adjunto del Senado, José Javier Bailarín Iribarren. A la banda se le acusa de ser autora de seis secuestros y 11 robos con intimidación por un valor de casi 10 millones de pesetas.

El pasado día 22, agentes de un coche patrulla policial zeta detuvieron, tras repetidos tiroteos y una persecución que se prolongó durante varios kilómetros, a María Teresa Meca Suárez, Juan Segura Martín Juanillo, y Jesús Casillas Fernández, los tres de 25 años, que acababan de secuestrar a Sandalio Arce, cuando éste se dirigía, en el automóvil oficial, a recoger al secretario general del Senado en su domicilio, situado en la colonia de Puerta de Hierro, en Madrid.Los tres delincuentes sorprendieron al chófer por la espalda, le golpearon en la cabeza y le introdujeron en el maletero del vehículo, un Seat 131 azul, en el que emprendieron la huida.

Tensa persecución

El automóvil despertó las sospechas de agentes de Seguridad Ciudadana, que, al comprobar que se trataba de un coche, oficial, iniciaron la persecución. La patrulla policial persiguió al coche por la carretera de Colmenar Viejo hasta el desvío a San Sebastián de losReyes, con regreso por la misma autovía y de nuevo a la del Pardo. Ya en caminos de tierra, el vehículo oficial colisionó contra un automóvil aparcado, también un Seat 131, por lo que perdieron el control del coche, que se estrelló contra la valla de un chalé en la calle de Leopoldo Alas Clarín.Aunque los tres delincuentes intentaron escapar, fueron detenidos. Hasta ese momento se ignoraba que Sandalio Arce estaba secuestrado en el portamaletas, de donde fue liberado y conducido a la residencia La Paz, ya que había sido golpeado por los asaltantes.

La identidad de los tres detenidos no fue facilitada en aquel momento, al argumentar fuentes policiales que podrían formar parte de una banda de delincuentes comunes. A los detenidos se les ocupó una pistola marca Astra, del calibre 9 milímetros Parabellum, con tres vainas del mismo calibre, y una escopeta de cañones recortados y un cartucho de posta percutido.

Horas después, inspectores de la Brigada de Policía Judicial detuvieron a Carlos González Hernández, Carlos, de 26 años; Dolores García León, de 23, y otras dos mujeres de 22 y 29 años. En registros efectuados en las viviendas de los siete detenidos (cinco de ellos en calidad de supuestos autores de secuestros, atracos, intentos de homicidio y atentados, y los otros dos como encubridores) se encontraron otra escopeta de cañones recortados, una pistola simulada y un revólver de gas, así como joyas y efectos valorados en más de 2.500.000 pesetas.

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La policía había observado desde primeros de este mes diversas acciones delictivas que asociaron con las cometidas en la década de los setenta por una banda de delincuentes juveniles del distrito de Fuencarral. Estas actuaciones se iniciaban con el asalto de dos varones y una chica en las puertas, de los domicilios o en los garajes de las mismas fincas.

Intimidando con armas de fuego, obligaban a sus víctimas a dirigirse a un lugar solitario en sus propios vehículos; pedían información sobre los bienes del secuestrado y lo encerraban después en el maletero del coche, atado de pies y manos y amordazado. Ya en la vivienda del secuestrado, con amenazas de muerte a los residentes -niños de corta edad en algún caso-, se apoderaban de dinero y objetos de valor.

Si el secuestrado no facilitaba su domicilio o sus recursos no eran elevados, entonces utilizaban el automóvil -con su dueño en el maletero-, como ocurrió con dos taxistaspara desvalijar otros inmuebles.

Juanillo y Carlos, dos delincuentes habituales de la UVA de Hortaleza, habían sido identificados como supuestos autores de estos delitos por sus acciones en la pasada década, pero se ignoraba su residencia. Ambos se encontraban huidos de las prisiones de Ocaña y Santoña, respectivamente, adonde no habían regresado después de un permiso.

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