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Los polacos intentan por quinto año consecutivo burlar la escasez de bienes y alimentos ante la Navidad

Los polacos, cinco años después de la imposición de la ley marcial, el 13 de diciembre de 1981, se enfrentan por quinta vez consecutiva a la Navidad con una escasez a la que intentan burlar. Con un escepticismo que raya en la sorna hacia todos los intentos del régimen por lograr una cierta viabilidad económica que evite un colapso que muchos no excluyen, los polacos se agolpan ante los escaparates y mostradores en busca de regalos.

La constitución de un consejo consultivo formado por intelectuales para asesorar al jefe del Estado, Wojciech Jartizelski, sobre medidas para ampliar el diálogo social, ha afectado mucho menos a la mayoría que la feliz noticia de la llegada por estas fechas, por primera vez en muchos años, de 14.000 toneladas de cítricos.Hace algo más de una semana que, en efecto, han aparecido en las tiendas de Varsovia los primeros pomelos y limones que deberán animar unas fiestas en las que toda animación está poco justificada. Los periódicos anuncian otra buena nueva: la distribución de 200 toneladas de cacao y 100 toneladas de uvas pasas, productos codiciados que en el mercado libre alcanzan precios desorbitantes.

Como todos los años, las Navidades se ven precedidas por una serie de rumores sobre depreciación del zloty (la moneda polaca), subidas de precios e incluso reformas monetarias, cuyo efecto es siempre el mismo: hacer gastar a los polacos los ahorros guardados en casa y conseguidos Dios sabe cómo. Estos rumores, que según algunos mal pensados son parte de la política del Gobierno de movilización del dinero, suelen confirmarse tarde o temprano en lo que a la subida de precios se refiere. En Varsovia, todo el mundo está convencido de que los automóviles y el vodka van a aumentar de precio el 1 de enero, pese a no haber habido anuncio oficial al respecto, o quizá precisamente por ello.

Precios astronómicos

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La primera consecuencia es que los coches se venden estos días a precios astronómicos. Un millón y medio de zlotys están llegando a pagar los polacos, que ganan un salarlo medio mensual de 20.000 zlotys (unas 13.000 pesetas al cambio oficial), por un Polski Fiat viejo y desvencijado. En las tiendas Pewex, donde parte o la totalidad del precio ha de ser pagado en divisas occidentales, se ha formado una larga lista de compradores deseosos de hacerse con un vehículo y deshacerse del papel moneda antes de que sea sólo papel. Por ello, al contrario que en el resto del mundo, la cotización del dólar en Polonia sigue subiendo.

El cambio oficial es de aproximadamente 200 zlotys por dólar. En la calle, la codiciada moneda norteamericana se está cambiando a más de 800 zlotys.

En las tiendas Pewex, ciudadanos polacos sin fuentes legales de divisas hacen cola para comprar todo tipo de productos occidentales con las carteras repletas de dólares y marcos.

La oferta de productos alimenticios de primera necesidad se ha estabilizado. Gracias a tres años consecutivos de buenas cosechas, hay suficiente harina, pan, mantequilla, azúcar y queso fresco. Más dificil lo tienen los exigentes que quieran comprar café, arroz, especias o chocolate.

El chocolate está racionado para los niños. Doscientos gramos por mes, siempre en teoría, ya que, incluso con tarjeta de racionamiento, antes de ejercer el derecho a la ración hay que encontrarla. También la carne sigue racionada en dos kilos y medio por persona y mes, incluido el salchichón y los huesos.

El Gobierno no puede ignorar su incapacidad para garantizar un suministro completo y ha elevado por ello los topes de importaciones libres de tasas aduaneras. Los, polacos pueden importar hasta 15 kilos de café, 5 kilos de chocolate, 10 pares de zapatos, 3 kilos de productos de jabonería y pasta dentífrica y alimentos infantil en cantidad ilimitada

Los polacos van a celebrar es tas Navidades con ganso o ca pón, regalos y misa del Gallo que, por primer vez, será retransmitida por la televisión. Es la gran coyuntura del cambalache, mientras los indicadores económicos hace tiempo que dieron la alarma.

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