¡Preparados, listos, ya!
El cambio de sello discográfico del quinteto Danza Invisible no ha frenado, sino acelerado, sus pasos firmes hacia el éxito. Editaron su disco Música de contrabando, de producción y conjunto de temas ejemplares, y como consecuencia de su triunfo se han atrevido a grabar un álbum doble de una única actuación bajo la dirección del ingeniero de sonido y productor Luis Fernández Soria. Los músicos actuaron conscientes de que todo se había dispuesto para la grabación, incluso el público.Esta formación ha logrado paulatinamente consolidar el estilo funky-pop tomado de las mejores bandas anglosajonas y amoldarlo a su idiosincrasia, a su entorno, de una manera muy sutil, casi oculta. Se han desembarazado en parte del mimetismo artístico inicial, se han concentrado en sus canciones y en sus conciertos y han desarrollado un sonido nada ajeno con muchas posibilidades de convertirse en exclusivo.
Concierto de Danza Invisible
Javier Ojeda, voz; Chris Navas, bajo; Ricardo Teixidó, batería y coros, y Antonio Luis Gil y Manuel Rubio. guitarras, con Paula Narea y Doris Calés, coros adicionales; Pepe Ébano,percusión. y José Carlos Parada, teclados ocasionales. Sala Universal. Madrid, 20 de diciembre.
Es preciso cierto esfuerzo para percibir lo andaluz en la música cosmopolita de DanzaInvisible, el grupo sureño de rock o de pop más reconocido. No ha de ser casual su predilección por el funky, por el juego alegre y contagioso de las guitarras brillantes, empujadas por una bateríamotora de múltiples y fuertes sonidos y ritmos que varían en un mismo tema, siempre aptos para el baile. Así, han simplificado y suavizado la estructura de las canciones con estribillos audaces, caso de Hay un lugar, una de sus nuevas creaciones destinadas al común tarareo, y se han decidido a componer más baladas emocionales, pulidas y directas: Agua sin sueño y Fin de verano.
Sin aliento, su último acierto compositor según los cánones descubiertos por el sonido motown, lanzó el concierto, que se transformó en fiesta especial de artistas y de adoradores entusiasmados. Después de una pausa más prolongada de lo acostumbrado, los Danza regresaron al escenario para repetir Mercado negro y rematar una actuación de auténtico pop de lujo.
Cuidaron los principios y los finales de cada pieza, comunicaron con los espectadores en coros que se escuchaban claramente gracias al bajón súbito del volumen de la orquesta realizado desde la mesa de sonido. Ricardo Teixidó, batería, y Antonio Gil, guitarra, aportaron la más dura energía en las fases potentes de las canciones y Ojeda mantuvo siempre el tipo con una voz talentosa y grande.
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