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"La música es un medio de recreación de ambientes", dice Andreas Vollenweider

El arpista actuó en Barcelona

El arpista suizo Andreas Vollenweider es uno de los más vistosos superventas de la que ha venido en etiquetarse como música de la nueva era (new age music). Nacido en Zúrich hace 33 años, ya ha abarrotado auditorios en Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda y Europa Central y del Norte, y ahora se apresta a la conquista del Sur con sus ensoñaciones polirrítmicas. "Para mí, la música es un medio de recreación de ambientes, de atmósferas" dice Vollenweider.

, Cara aniñada, candidez en la sonrisa, ensortijados rizos. Con un arpa en las manos, cualquiera le hallaría a Andreas Vollenweider un aire de Harpo Marx, sólo que en moreno. Pero en privado y sin arpa, no lleva mucho tiempo apearse del equívoco. Todo lo que en Harpo es travesura y silencio, deviene en Andreas educada afabilidad y prolija charla.El pasado día 10 fue un tanto especial en la ya muy encarrilada carrera de Andreas Vollenweider. Por vez primera se grababa para televisión uno de sus conciertos. El acontecimiento tuvo lugar en Ainsterdam (Holanda). Su escenario, el Théátre Carré, un polifuncional espacio que albergó por dos noches a los seguidores de Vollenweider en la capital holandesa. "Esta gira ha sido agotadora, aunque tremendamente gratificante. Terminará en Barcelona [donde actuó anoche], y si no se tuercen los proyectos, tengo intención de quedarme allí unos días descansando y disfrutando de la ciudad antigua, de la arquitectura de Gaudí y de otras cosas que desconozco".

A pesar del mencionado agobio, Vollenweider se mostró muy comunicativo, tanto durante el ensayo general previo a su recital filmado como una vez terminado éste. "Para mí, la música es un medio de recreación de ambientes, de atmósferas", dice. "Mi música pretende propiciar el viaje interior de quien la escucha. En ese sentido quizá se aleje del rock, que proyecta a la gente hacia su exterior. Con ello no quiero decir que no me interese ni me guste el rock, en absoluto".

¿Y qué músicas o músicos pueden ser los preferidos del arpista suizo? "Me interesan, de cualquier género, los que crean de verdad, no los imitadores. Lo que busco en mi actividad es la capacidad de innovación, de abrir caminos". En cuanto a nombres, no suelta prenda. Andreas tiene tendencia a la generalidad un tanto vaporosa, a envolver el tema en sus ropajes más etéreos y huir del meollo, como si la conversación fuera fiel reflejo de su música. A lo largo de la conversación, los dos únicos nombres pronunciados fueron J. S. Bach -al referirse a su padre, organista especializado en el genial maestro barroco-, y Julici Iglesias -tangencialmente-.

Experimentar

Andreas creció rodeado de instrumentos en el seno de una familia de músicos. Se interesó por el piano, la guitarra, la flauta y el clarinete, todos ellos instrumentos aprendidos de forma autodidacta."He tenido una formación muy especial. Nunca me obligaron a hacer las cosas de un modo preciso. Por el contrario, lo que me inculcaron fue el gusto y la necesidad de experimentar, de buscar mi propio sonido".

Desde hace unos años parece que lo ha encontrado en el arpa, un arpa en la que, cómo no, Andreas ha buscado su propia voz introduciendo "una débil amplificación eléctrónica y un implemento que me permite presionar las cuerdas con la rodilla y obtener nuevos efectos rítmicos. Y por otro lado, hay una técnica de pulsación totalmente heterodoYa, en parte derivada del hecho que el primer instrumento de cuerda con que me enfrenté fue la guitarra".

Con su quinto elepé recién distribuido -Down on the moon (1986)-, Vollenweider no ceja en la búsqueda de una voz personal y en sus deseos de nuevas experiencias creativas. "Este próximo año trabajaré componiendo música para un grupo de danza clásica japonesa, algo que me pidieron en mi último viaje allí".

Música de la nueva era, algo así como un cóctel de música con viejísimas raíces. Por ahí transita Vollenweider y su quinteto.

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