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Todos ocultan sus cartas

Mutismo socialista sobre su fórmula para formar Gobierno en Euskadi

Dos semanas después de las elecciones autonómicas vascas, que dieron al Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE) el mayor grupo parlamentario, con 19 diputados, el candidato socialista, Txiki Benegas, no ha hecho a las demás fuerzas políticas ninguna oferta de coalición ni ha señalado con claridad cuáles puedan ser sus preferencias al escoger interlocutores para la formación del Ejecutivo Benegas y su partido están encerrados en un mutismo impenetrable.

A las gestiones de Benegas para intentar formar un Gabinete con respaldo parlamentario mayoritario hay que añadir la propuesta de Herri Batasuna, que intenta un pacto entre partidos abertzales para cuestionar los límites del Estatuto de Guernica, y la iniciativa negociadora del Partido Nacionalista Vasco (PNV), cuyo propósito es sondear en todas las direcciones y estar preparado por si los socialistas arrojan la toalla, posibilidad que el partido de Xabier Arzalluz no considera completamente descartable.De hecho, la comisión designada por el PNV para mantener contactos con todas las demás fuerzas parlamentarias lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Sus cinco miembros pueden igual investigar el coste de la presencia de los diputados de HB en sus escaños que discutir un nuevo pacto autonómico con los socialistas o tener las gestiones avanzadas por si éstos no consiguieran finalmente su propósito. De momento, gracias al proceso de reflexión asamblearia, el partido nacionalista, sumido en un profundo desconcierto tras la pérdida en la consulta electoral de 15 escaños, ha logrado pasar en una semana de la metafísica a la política. Ha quedado arrumbado el dilema abstracto de permanecer en el Gobierno o pasar a la oposición y se ha impuesto una línea partidaria de definir las condiciones para entrar en una coalición con otros partidos. De esta forma, el PNV retorna en parte la iniciativa y se sitúa a la espera de que el PSE-PSOE exponga su oferta.

Aunque las condiciones del PNV no han sido dadas a conocer, entre las primeras debe figurar el respeto del futuro Gobierno autónomo a la ley de Territorios Históricos y a la norma electoral para Juntas Generales (parlamentos provinciales). Justo lo contrario de lo que han defendido en sus programas tanto el PSE-PSOE como Eusko Alkartasuna (EA) y Euskadiko Ezkerra (EE). Sí Benegas quiere gobernar junto al PNV, tendrá que ceder en este punto y dejar de lado a Bandrés y Garaikoetxea, para quienes la reforma institucional en la comunidad autónoma parece irrenunciable.

Espacio de maniobra

El PNV y EA guardan todavía otro espacio de maniobra. Ambas formaciones se reúnen el lunes y el martes con la coalición HB para estudiar la propuesta de frente abertzale. Ninguno de los dos partidos puede hacer ascos a reivindicaciones como el derecho de autodeterminación o la participación de Navarra en instituciones comunes sin que se resienta su credibilidad nacionalista. Hay nuevas elecciones a la vuelta de seis meses y la distribución del poder local y provincial resultará decisiva para señalar los límites de EA o confirmar su trayectoria ascendente, siempre a costa del PNV. La combinación en virtud de la cual el PSE-PSOE ha conseguido dos diputados más que el segundo partido con algunos miles de papeletas menos no oculta que los votos van a parar en Euskadi, cada vez en mayor medida, a las fuerzas nacionalistas.

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