Nicaragua y la tentación hondureña
EL NERVIOSISMO y la confusión generados en la Administración norteamericana por el escándalo de la venta de armas a Irán y el desvío de parte del pago de esos suministros a la contra parecen haberse propagado a Centroamérica, afectando al difícil equilibrio militar y político entre Honduras y Nicaragua.Con una sospechosa coincidencia, la tensión fronteriza entre los dos países se reaviva ahora con el anuncio en Tegucigalpa de que tropas sandinistas de Nicaragua han penetrado en territorio hondureño y de que las fuerzas armadas de este país "repelen la agresión" con el apoyo logístico del Gobierno de Estados Unidos. El arma aérea hondureña ha bombardeado las posiciones sandinistas, presuntamente desbordadas más allá de su lado de frontera, lo que no había ocurrido hasta la fecha en otros incidentes similares.
No parece aventurado suponer que las fuerzas militares de Managua hayan cruzado, como en ocasiones anteriores, una línea divisoria, por otra parte mal definida en términos fronterizos, en persecución de las fuerzas de la contra. La crisis iraní en la Administración de Washington pone mucho más que en duda el futuro de la ayuda oficial norteamericana a los guerrilleros antisandinistas agrupados en torno a la contra. Incluso los 100 millones de dólares recientemente aprobados como asistencia militar y humanitaria no es seguro que lleguen a sus manos. La propia contra reconoce -o aun exagera, por razones tácticas- lo delicado de su situación, y Managua puede haber cedido a la tentación de tratar de rematar al enemigo malherido.
Pero tentación similar -aunque de signo contrario- podría haberse dejado sentir en Washington, tratando de mantener viva una política de acoso exterior al régimen sandinista, precisamente cuando Reagan parece hallarse más atado en el problema centroamericano. Para ello, lo más efectivo sería presentar al Gobierno sandinista de Nicaragua como el agresor de sus vecinos.
La situación es, sin embargo, demasiado delicada para que pueda descartarse completamente cualquier posibilidad: Honduras ha enviado a su aviación contra los invasores, y recibe apoyo directo norteamericano -Managua afirma que son estadounidenses los pilotos que bombardean sus posiciones- en forma de medios de transporte hasta la línea de fuego. No es probable que los hondureños se hayan tomado esta vez tan en serio los ataques sandinistas sin una indicación al respecto del mando norteamericano. De una Administración capaz de tropezar dos veces en el mismo Irán no cabe excluir una operación de distracción de los problemas caseros lanzando los reflectores sobre el frente exterior.
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