Progreso y capital riesgo
La cantidad de información que la sociedad surte al hombre de hoy le lleva a conocer términos o expresiones de nuevo cuño que le resulta difícil precisar, y no por la dificultad intrínseca de la propia definición del término o del concepto, sino por la citada abundancia informativa, y es que, como dice Talleyrand, las palabras sirven para ocultar los pensamientos. Esta situación se hace más acusada cuando ha acabado un concurso electoral, en el que sus protagonistas han contemplado, con sus mayores dosis de imaginación, las posibilidades de generar riqueza y bienestar.Dos conceptos estelares en la última campaña han sido el de nuevas tecnologías y el de capital riesgo. La sociedad se ha sensibilizado con la necesidad urgente de fomentar acciones para que las empresas asimilen estas nuevas tecnologías en sus productos o en sus procesos, en sus mercados o en su gestión, pero la pregunta que se hace inmediatamente después de admitir como bueno el hecho de implantar nuevas tecnologías o nuevas formas de generar riqueza es muy simple y escueta: ¿cómo? A intentar aclarar este interrogante, dedicaremos los párrafos siguientes.
Las pautas de comportamiento de naciones que están emergiendo de la crisis económica a mayor velocidad que nosotros nos indican que el desarrollo tiene que ser más selectivo que intensivo y a través de un modelo de industrialización dispersa o difusa, en el que el núcleo del relanzamiento económico esté formado por pequeñas o medianas empresas dinámicas, sensibles a la innovación. Así, pues, la reordenación del tejido productivo, que sea permeable a la innovación tecnológica que cada día va produciéndose con vertiginosa rapidez, necesita de unidades empresariales flexibles, transparentes, ágiles y rentables.
Plusvalía de innovación
Dicho crecimiento conlleva rentabilidades potenciales muy altas. A la búsqueda de estas previsibles rentabilidades dedican su actividad las empresas de capital riesgo o venture capital en la acepción anglosajona. Actividad profesionalizada a la búsqueda de la plusvalía generada por la innovación, la ha definido muy acertadamente Blas Calzada. Su forma de actuación se concreta primordialmente en la toma de participaciones accionarias minoritarias y temporales. Estas dos características nos definen un comportamiento singular en el mundo de la mediación financiera en el que se mueven. Efectivamente, su presencia minoritaria indica su intención de capital de acompañamiento con otros accionistas que apuesten por este crecimiento selectivo que antes citábamos. La temporalidad de su presencia señala que la plusvalía es el objeto de su participación y no la tenencia de una cartera permanente.Puede comprobarse cómo este modelo viene funcionando en otras latitudes, destacando el ya tópico Valle del Silicio, Italia 2 y determinadas zonas del Reino Unido. Las causas de su expansión quizá haya que buscarlas en la externalización creciente de los suministros a las grandes corporaciones industriales. La proliferación de pequeñas empresas, que cuentan con eficaces asesoramientos externos en campos tan variados como el fiscal, comercial, financi¿ro e incluso la investigación y desarrollo, han acelerado la expansión de este modelo.
En España inició el camino de la expansión, a través del modelo de parficipaciones minoritarias y temporales, el Instituto Nacional de Industria (INI) al crear las SODIS; su actuación ha puesto el acento en la territorialidad de sus inversiones y ha abierto el camino a que, ulteriormente, diversos organismos y entidades financieras e industriales hayan venido creando sociedades que desarrollan esta herramienta financiera.
Tipificar la actividad
A principios del presente año se ha constituido en Madrid la Asociación Española de Entidades de Capital de Riesgo (Ascri). Los ambiciosos objetivos de la asociación persiguen fomentar un clima adecuado para su crecimiento que se concreta en tipificar esta actividad profesionalizada y lograr un status jurídico-fiscal que incentive su futura expansión.El desarrollo de fórmulas inéditas en España, como la sindicación del capital de riesgo, management buy-out, formas de caución para participaciones o centro de recepción de proyectos forman parte de sus finalidades: en esencia, se ha procurado reproducir a dimensión española lo que para la Comunidad Europea es la European Venture Capital Association (EVCA), que dará su espaldarazo formal a la asociación española en el mes de mayo de 1987 al celebrar en Madrid un simposio de carácter internacional.
El capital de riesgo, vehículo lógico entre la innovación y la empresa, constituye un fiel exponente de una labor creativa y de progreso. A este respecto, no me resisto a citar unas hermosas palabras de Antonio Garrigues Díaz-Cañabate al decir que sus meditaciones le han llevado a concluir que no hay nada más bello ni más rico de contenido humano que la acción de emprender, por lo que tiene de libre, de espontáneo, de difícil; por la fe, el aliento, la perseverancia, el riesgo, la prudencia y todo el conjunto de cualidades humanas que este hacer lleva consigo.
El capital riesgo necesita -para generar riqueza y bienestar- de la actitud comprensiva y del apoyo de los diversos sectores sociales que inciden en su actuación y concretamente de las administraciones públicas, eliminando lo que de limitaciones improcedentes pudieran tener determinadas normas.
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