Massiel
La peluca de cordero, el corpiño malva, los senos apretados, la lencería negra y colada, la falda con raja y los zapatos/corazón. Massiel, la gran Massiel, nuestra Massiel, la Massielona, está haciendo de respetuosa en una peli de Colomo. Y por las noches canta o ha cantado en el Casino de Madrid/Torrelodones, lanzando el pájaro salvaje de su voz por sobre el rodar enviciado de las ruletas. Massiel es la chica madrileña de los 60, que sigue siendo chica en los 80, casada con Pablo, lizcanizada/ intelectualizada, optimista, poderosa, madraza de sí misma y un poco vulgar. Massiel, sí, tiene en ella toda la poesía de la vulgaridad.Massiel, de haber nacido 20 años antes, habría sido neorrealista. Sólo la calle de Leganitos, que es la calle más italiana de Madrid, incluso más romana, con su rampa y sus restaurantes chinos, podía haber dado esta madrileña hija de un sastre, que se pinta la boca de morado y se mete las tetas donde puede. Ha pasado el tiempo y Massiel sigue siendo la chica popular, entre La Nardo de Ramón y Olvido Alaska, que parece significativa de todo y sólo es significativa de sí misma. Decía el pintor Solana, de un Cristo castellano:
-Es tan persona que asusta.
Massiel es tan mujer que asusta. Mujerona, mujeraza. Sólo se han atrevido con ella hombres tímidos, como Zayas o Lizcano. Un caballero audaz tendría poco que hacer con la audacísima Massielona. Yo sé, Massiel, amor, de homosexuales que. te aman en silencio y sombra, de hombres con ideal de mujer que ven en ti lo que antes vieran en Sara Montiel, Antoñísima, la culminación de la hembra.
Hembraza como eres, te levantas sobre un fondo de grafito madrileño, " l943", "Mlchelle", "Gonilla", "Bea", tatuajes nocturnos en el cuerpo marimacho de la ciudad, con fiebre de criatura. Antes la canción y ahora el cine, nos dan en Massiel el concentrado humano y hembra de lo que es una moza madrileña que lleva las chinchillas con voluntad y aire de mantón de Manila. Conocí y entrevisté a su madre cuando Massiel empezaba a ser famosa. Era una señora rubia, bella, fina y dulce. Massiel salió más al sastre, al padre. Con algo de sastra joven de la Cuesta de Santo Domingo, Massiel expresa gloriosamente ese fondo reprimido de vulgaridad que todos llevamos dentro, y que ella ha convertido en obra de arte. Ahora, ya digo, canta en los Casinos y juega a putas para el cine. Massiel explica un momento popular y confuso (resistencia al tardofranquismo) de la vida española. Y canta.
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