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EL PROCESO DE BANGHI

La fuerte personalidad de Bokassa dominó el comienzo de su juicio

Andrés Ortega

ANDRÉS ORTEGA ENVIADO ESPECIAL El ex emperador del Imperio Centroafricano, hoy República Centroafricana, Jean Bedel Bokassa, acusó ayer en Bangui, donde se inauguró la vista de su proceso, al ex presidente de la República francesa Valéry Giscard d'Estaing, a quien había regalado diamantes, de haber "desviado al Ejército francés de su deber", al organizar un golpe de Estado contra él en 1979 y de haber "orquestado una formidable campaña de desinformación y manipulación" al presentar al ex emperador como un "asesino, un caníbal, un ladrón y un traidor a la patria". El proceso quedó aplazado hasta el próximo 15 de diciembre.

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El juicio contra Bokassa comenzó ayer con tres horas de retraso al solicitar la defensa el cambio del presidente del tribunal, Edouard Frank, debido a que, hasta su designación hace cuatro días, había sido asesor del presidente, el general André Kalingba. Después de tres horas de debates, el Tribunal Supremo denegó la solicitud y, por haberla presentado, impuso una multa de 50.000 pesetas a la defensa.Centenares de personas se agruparon, desde la madrugada ante el Palacio de Justicia, edificio en mal estado, con capacidad para 300 personas. Las que se quedaron fuera provocaron algunas escenas de ruidosa protesta, aunque pudieron seguir el desarrollo del juicio a través del altavoces o de la radio, que transmitió la sesión en directo.

Decenas de miembros de las fuerzas de seguridad estaban presentes, aunque apenas iban armados. En el estadio de la capital centroafricana hubo algunos movimientos populares a favor de Bokassa, y ante el Palacio de Justicia varias personas aplaudieron las intervenciones del ex emperador.

Jean Bedel Bokassa entró por una puerta lateral rodeado de soldados. La avalancha de las cámaras de televisión y de los micrófonos fue absolutamente caótica. El ex emperador, en buena forma, sonreía y saludaba a las cámaras y al público. Parecía la persona más feliz de la sala, con sus 65 años. Vestía un elegante traje oscuro, camisa blanca y corbata, el mismo atuendo que llevaba cuando llegó a Bangui de improviso el pasado 23 de octubre.

Al ser entrevistado por la segunda cadena de la televisión francesa y por Radio France International, Bokassa comentó que tenía una "excelente impresión" sobre el proceso para luego añadir: "Mando un especial saludo a todo el personal de Antenne 2 y a Francia, al presidente de la República Francesa, al primer ministro, Jaeques Chirac, y a Jacques Foccard (asesor de Chirac para asuntos africanos), a todos los amigos franceses, a todos los gaullistas y, especialmente, al almirante Philippe de Gaulle (hijo del famoso presidente) y a toda la familia del general De Gaulle. Díganles que su valiente soldado Bokassa Jean Bedel, de las fuerzas francesas libres (durante la II Guerra Mundial), combatiente excepcional entre los combatientes africanos ha respondido a la justicia de su país".

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El proceso, con los abogados togados y los jueces engalanados, dominado por el lema de boganba zo kwe zo so zo la (todo ser humano es un hombre) comenzó con la jura de los miembros del jurado, que se sentaron al lado de los tres jueces. A la izquierda, el secretario. Bokassa en el banquillo, siempre educadísimo, cuando se levantaba a hablar o contestar: "Sí, señor presidente", "Gracias, señor presidente", "Muy bien, señor presidente". Y el señor presidente parecía dominado por la personalidad del ex emperador. El fiscal recordó las acusaciones por las que Bokassa había sido condenado a muerte, en ausencia, en 1980, y que después serían leídas con más detalle: asesinato, ocultación de cadáveres, abuso de poder, antropofagia, desvío de fondos por miles de millones de pesetas, conspiración con una potencia extranjera (Libia), y otros cargos. Pero el regreso de Bokassa ha obligado a retomar el proceso desde el principio.

Tras los trámites iniciales se procedió a verificar la identidad del acusado, con lo que la acusación empezó a empantanarse. Primero con el nombre. Bokassa rechazó el alias de Soleil Christian que, dijo, no era su nombre oficial, sino como le llamaban en su familia. Luego con su paternidad, pues la acusación no sabía con seguridad quien era su padre, "que murió en 1927" dijo Bokassa, porque como él "luchó contra la esclavitud".

Cuando la acusación lo calificó profesionalmente como soldado de segunda clase, Bokassa replicó: "Que se me condene a muerte pase, pero soldado de segunda clase no". Y reclamó el título honorífico de mariscal, del que fue degradado por decreto de 1980. Tanto Bokassa como sus abogados, entre ellos Francis Szpiner, de 32 años, uno de los más conocidos en Francia, insistieron en que aceptar la degradación equivaldría a aceptar la sentencia del juicio de 1980. "Si es así, me siento condenado y ¿qué sentido tiene seguir aquí?", preguntó Bokassa, que se comparó al mariscal Petain.

Treinta testigos

En medio de los debates, el fiscal recordó que Bokassa había llegado al poder tras un golpe de Estado el 1 de diciembre de 1965. Pero Bokassa consideró que explicaría eso "en otra ocasión". "Mariscal o emperador, no es nuestro problema", concluyó el fiscal, para salir al paso del enredo. Treinta testigos fueron convocados, entre ellos la inmensamente gorda Elisabeth Domitien, primera ministra en tiempos de Bokassa.

La defensa solicitó que se convocara a cuatro testigos más. El fiscal explicó que "los acólitos de Bokassa son numerosos". Tras la lectura detallada de la decisión judicial de 1980, alcanzada sin jurado y sin defensa, Bokassa pidió leer su declaración. El fiscal intentó evitarlo por todos los medios cambiando de tercio y sugiriendo que el documento de Bokassa tenía cierta "sequía en cuanto a declaraciones del acusado y de la defensa, por lo que pidió una ampliación del sumario.

El presidente autorizó a Bokassa a leer su mensaje de acusación contra Gíscard, lo que provocó cierta tensión. Tras dos interrupciones de la sesión para deliberaciones, el tribunal decidió que había que completar el sumario con declaraciones de Bokassa, de la defensa y el careo de testigos. Nombró para ello a un magistrado que dispone de 12 días para su trabajo. El proceso, se reanudará el 15 de diciembre con el objetivo de que concluya para el 27 de ese mes. Ayer, el proceso empezó con retraso y cinco horas después quedó aplazado. El Gobierno tiene miedo de que el proceso se le escape de las manos y París también. De algo no hay duda: la personalidad de ex emperador reinó sobre la sala.

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