"Aspiramos a 'liderar el rearme moral de la sociedad vasca"
Juan María Bandrés, la llave maestra
Euskadiko Ezkerra (EE) es la quinta fuerza electoral vasca, aunque su influencia real en el panorama político del País Vasco supera en mucho un simple cálculo de votos. Con unos 5.000 militantes, EE aspira a liderar el "rearme moral" de la sociedad vasca. El hombre que encabeza este proyecto es Juan María Bandrés, sin duda uno de los líderes más carismáticos entre el electorado vasco. Bandrés está convencido de que "más pronto o más tarde, Euskadiko Ezkerra va a gobernar en Euskadi, sin renunciar a su horizonte utópico"
Tiene Bandrés la habilidad de saber llegar al terreno contrario, de desmontar sin estridencias los cerrojos más resistentes y de hilvanar con su oponente acuerdos que abren salidas insospechadas y dan paso a caminos de largo recorrido. Ha sido siempre la llave maestra, de Euskadiko Ezkerra (EE) y su principal figura, el embajador que podría franquear las estancias en las que su partido se hubiera encontrado desorientado. También cree que éste es un momento verdaderamente trascendental para Euskadi. "Estamos asistiendo", dice, "a la muerte de una concepción determinada de nacionalismo vasco en vísperas de que un partido deje de gobernar a Euskadi de forma absoluta. Y añade: "Aspiramos a liderar el rearme moral de la sociedad vasca frente a la violencia y al resto de los grandes problemas".Desde las primeras elecciones, Juan Maria Bandrés, donostiarra de 54 años, figura ininterrumpidamente entre los líderes que más simpatías despiertan en el electorado vasco, por encima del grado de aceptación de su partido. Se ha dicho de él que nunca un único diputado en las Cortes resultó tan rentable políticamente, y es cierto que ningún abogado de los presos de ETA tuvo la influencia, el prestigio y la simpatía popular de Bandrés. Durante años, hasta la consagración pública de Mario Onaindía, y más recientemente del secretario general, Kepa Aulestia, Bandrés ha protagonizado casi exclusivamente la imagen pública de Euskadiko Ezkerra.
Aquel abogado de los años sesenta descubrió la lucha política, la represión franquista y la incipiente izquierda abertzale casi de golpe, de la mano de los primeros presos de ETA a los que asistió, movido, dice, por razones humanitarias y por sentido del deber profesional. Tras el proceso de Burgos, en diciembre de 1970, el nombre de Bandrés quedó ya definitivamente asociado a la defensa de los derechos de los detenidos. Nunca ha descompuesto públicamente su figura de profesional respetable y ese aire de confesor que debió de adquirir en algún colegio religioso, "pero no en un seminario", matiza Bandrés, con el evidente afán de desmarcarse de otros políticos nacionalistas. El caso es que mucha gente no acaba de entender todavía por qué monseñor Bandrés -título que los militantes de EE le adjudican cariñosamente por estas facetas de su personalidad y por la autoridad moral que reconocen en su presidente- terminó formando parte de aquel conglomerado heterogéneo y doctrinario que fue en sus inicios la colección formada por ElA, el partido creado por los ex polimilis, y el EMK (Movimiento Comunista de Euskadi).
Bandrés aglutinaba ya entonces cierto grupo de personas, tenía un prestigio indudable y le llegaban ofertas desde otras formaciones políticas. "No tenía compromisos con nadie, pero vi que aquéllos eran los míos. Me influyeron mucho mis conversaciones con Pertur; en mí", declara Bandrés, "pesó entonces no sólo el discurso político de este dirigente de ETA desaparecido, sino también el afecto que yo sentía por él. Comprendí que allí estaba el germen de una izquierda nueva que trataba de asumir la tradición obrera y de renovar el nacionalismo". "Es que yo", confiesa el candidato de Euskadiko Ezkerra con orgullo, "nunca he sido un nacionalista tradicional".
Cristiano y marxista heterodoxo, Bandrés se lamenta del antimarxismo que, a su juicio, impera en el nacionalismo conservador. "Si algo dejó el franquismo atado y bien atado en Euskadi", dice, "fue un antimarxismo ignorante y burdo. Afortunadamente", señala, "yo he leído y estudiado a Marx y tengo una cultura marxista".
Senador en la primera legislatura y después diputado a Cortes, ha sido el soporte institucional que ha mantenido en períodos críticos a una Euskadiko Ezkerra que ha degenerado con celeridad el discurso del nacionalismo y de la izquierda clásica y que trataba de buscar una salida para el sector de ETA políticomilitar que acusaba su influencia.
La corbata de EE, término acuñado por la Prensa antes de la aparición pública de Kepa Aulestia, logró también en esa ocasión vencer las resistencias que se oponían a la operación de reinserción.
Sostiene Bandrés que la crisis del PNV es, en realidad, la crisis de un nacionalismo que no responde a las rápidas transformaciones sociales. "Estarnos asistiendo a la muerte de un nacionalismo y al nacimiento de un nuevo proyecto nacionalista de izquierdas comprometido con las clases trabajadoras y capaz de dinamizar a la sociedad actual".
Bandrés duda un momento ante la pregunta de si EE es hoy un partido ideológicamente nacionalista. "Euskadiko Ezkerra", señala, "es un partido abertzale, tiene un programa nacional para Euskadi que no tiene nada que ver con el nacionalismo conservador. Nosotros", añade, "tratamos de construir un proyecto para la Euskadi del siglo XXI".
El candidato a lendakari de EE responde que su partido está legitimado para dirigir el rearme moral de la sociedad vasca. "Somos", afirma, "la fuerza nacionalista que más se ha esforzado por sacudir de Euskadi los fantasmas del miedo y de la inhibición. EE", añade, "no se ha recreado en reproducir viejas fórmulas nacionalistas que no hacen sino atizar la violencia, y no ha flirteado con imposibles negociaciones de contenido político con ETA".
Afirma que EE está preparada para gobernar Euskadi y que esa imagen de partido efectivo en la oposición no demuestra que no posea alternativas realistas y coherentes, sino justamente lo contrario. "Estoy convencido de que más pronto o más tarde, eso no nos preocupa demasiado, Euskadiko Ezkerra va a gobernar en Euskadi, y además sin renunciar a su horizonte utópico", subraya Juan María Bandrés.
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