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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Efectos inmortales

Los efectos especiales se han convertido en los protagonistas de una buena parte de la producción cinematográfica norteamericana actual. Esa epidemia ha acabado por desbordar ampliamente el campo en el que parecía que estaban condenados a circunscribir su influencia.Así hemos visto cómo, desde las modestas producciones de terror y ficción científica, el despliegue de invenciones que combina tecnología y artesanía se apoderaba también de las típicas comedias o convertía clásicos proyectos de serie B en costosísimas aventuras intergalácticas.

F. X. Efectos mortales tiene el atractivo de convertir esa especialización, hasta ahora casi siempre destinada a convertir a los personajes en robots, en la materia misma de la ficción.

F

X. Efectos mortalesDirector: Robert Mandel. Intérpretes: Bryan Brown, BrI an Dennehy, Mason Adarris, Diane Venora, Cliff de Young, Jerry Orbach. Gu"ón: Robert T. Megginson y Gregory Fleernan. Fotografia- Miroslav Ondricek. Música: Bill Conti. Efectos especiales: John Stears. Director artístico: Mel Bourne. Estados Unidos, 1985. Estreno en Madrid en el cine Madrid.

El protagonista del filme, tal y como sucedía con los antiguos musicales, es un virtuoso en ese ilusionismo cinematográfico conocido como efectos especiales. A él, en tanto que mago en simular muertes y accidentes, recurren unos policías corruptos para que haga creer a todos que un mafioso arrepentido es acribillado a balazos en un restaurante.

Trampas y engaños

Pero de la corrupción surgirán los problemas, y del talento del técnico, la confusión. Así, mientras los funcionarios partidarios de vivir al otro lado de la ley se proponen acabar con el posible testimonio del protagonista, éste decide convertir la realidad en una ficción cuyas leyes sólo él conoce. Así llega a preparar engaños y trampas a todos sus enemigos hasta llegar al desenlace y la consabida sorpresa.Lo mejor de F. X. Efectos mortales es la modestia de su planteamiento y el tono de serie B que destila.

La elección misma de los actores -con un curioso protagonista australiano y unas chicas de físico normal-; el cuidado con que se ha dosificado la violencia, y el haber elegido como materia espectacular efectos que corresponden mucho más a los años sesenta que a la segunda mitad de los setenta -cuando toda la artesanía mecánica ha cedido ante la precisión de las computadoras-, son síntomas claros de esa modestia que hace agradable y divertida esta película, al margen de que la forma en que está narrada sea convencional y se permita algunas licencias excesivas, como olvidarse del destino de un polizonte abandonado dentro del maletero de un automóvil.

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