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Aquino gana el primer pulso planteado por la izquierda

Antonio Caño

La huelga general convocada ayer en protesta por el asesinato de Rolando Olalia y a favor de la destitución del ministro de Defensa, Juan Ponce Enrile, sólo tuvo un seguimiento muy limitado en Manila y en las principales ciudades. Aunque se produjeron algunas manifestaciones, la jornada resultó pacífica y la policía no tuvo que intervenir. Como conclusiones inmediatas de este primer asalto de lo que se espera sea una semana de protestas, se puede afirmar que la izquierda ha fracasado en su intento de paralizar el país, y que la presidenta, Corazón Aquino, ha salido incólume de la prueba.

La capital filipina registró ayer una actividad algo inferior a la normal. Algunas empresas de Jeepney (el popular y colorista autobús filipino) no trabajaron y en algunas zonas hubo dificultades para encontrar transportes. El Gobierno sacó a la calle algunos autobuses oficiales y unos pocos vehículos militares, que fueron suficientes para que en ningún momento Manila presentase un aspecto caótico.Por orden del Ministerio de Educación, las clases fueron suspendidas ayer tanto en los colegios como en las universidades, aunque fuentes periodísticas informaron de pequeñas manifestaciones estudiantiles en el campus de la principal universidad de Manila.

Según los datos de las fuerzas convocantes, el sindicato Kilusang Mayo Uno (Movimiento Uno de Mayo) y el partido Ng Bayan (Partido del Pueblo), ambos presididos por el asesinado Olalia, en el área de Manila "se vieron afectadas" por la huelga 150 empresas, en las que están empleados unos 30.000 trabajadores.

En su valoración general de los resultados del paro, los dirigentes sindicales consideraron que éste había tenido un seguimiento considerable y que se había producido "una paralización sustancial de la industria".

Contra Ponce Enrile

Los organizadores de la protesta pusieron mucho mayor énfasis para constatar que la medida no iba dirigida contra Corazón Aquino, sino exclusivamente contra Ponce Enrile, al que responsabilizan del asesinato de Olalia. "Apoyamos el Gobierno de Aquino, queremos estabilizar la democracia y aislar a los elementos que quieren derrocar al Gobierno", declaró ayer Crispín Beltrán, actual líder del Kilusang Mayo Uno.Fuentes del partido Ng Bayan comentaron a EL PAÍS que la huelga ha sido "intencionadamente mantenida aun bajo nivel" para no perjudicar a la presidenta Aquino. Esta opinión es interpretada por observadores locales como una clara rectificación de la izquierda, que ha comprobado la impopularidad de una huelga general pocos días después de que la presidenta Aquino estuviese claramente amenazada por un golpe de Estado de los elementos más reaccionarios de las fuerzas armadas.

Tal vez más significativo que cualquier dato sobre el resultado del paro fue la manifestación ante el palacio presidencial de Malacañang con la que terminó la jornada de protesta. Como primera sorpresa para los manifestantes, las fuerzas que vigilaban el edificio tenían órdenes de dejarles acercarse hasta la misma puerta del palacio, allí hasta donde nunca antes había llegado ninguna manifestación.

Los policías estaban relajados, hasta sonrientes, sin escudos, ni cascos, ni instrumentos disuasorios especiales. "Nuestras instrucciones son asegurarnos de que hacen su protesta tranquilamente", dijo a los periodistas el mayor (comandante) que estaba al mando de la unidad. Pese a que era la primera vez desde la caída de Marcos que unas 5.000 personas se concentraban ante Malacañang con un objetivo distinto del de apoyar a la presidenta, no hubo momentos de tensión.

Sonrisas militares

Durante la hora que duró la concentración, los manifestantes incluso hicieron explotar varios cohetes, que sólo provocaron la sonrisa de los oficiales que protegían el palacio. El acto, en el que reiteradamente se arremetió contra Ponce Enrile, acabó con un aplauso a los soldados, quienes abrieron paso para que los manifestantes siguieran su camino. "Cory ha vuelto a demostrar su poder aquí", dijo una de las personas que conducían la marcha.El Gobierno había dado ya a primeras horas de la mañana una razón para no sumarse al paro cuando el ministro de Justicia, Neptali González, uno de los hombres de la presidenta tan odiados por Ponce Enrile, anunció que la investigación sobre el asesinato de Olalia estaba muy avanzada y que habían sido detenidos dos sospechosos de cometer el crimen, aunque no dio más datos al respecto.

En un intento de relativizar el fracaso de ayer, el Kilusang Mayo Uno y el Ng Bayan explicaron que esta jornada era sólo el inicio de una serie de acciones de protesta que culminarán con el entierro de Olalia. Esa fecha está ya marcada como un termómetro de las posibilidades de la izquierda legal.

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