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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Defensa de adolescentes

Horror me ha producido la noticia publicada en la Prensa del día 6 de noviembre de 1986: "Mata a palos a un joven al hallarlo en el lecho de su hija" (EL PAÍS); "Mata a un joven por acostarse con su hija" (Navarra Hoy). Por su parte, Diario de Navarra amplía el comunicado informando que ya se habían recogido 800 firmas de apoyo al autor del hecho. Esto sucedió en Míajadas, provincia de Cáceres. Los jóvenes tenían 15 años; él se llamaba Isidro Ruiz, y ella, Francisca; estudiaban EGB.Esto sucede en la España democrática y con Gobierno socialista en 1986. Resulta muy difícil expresar la rabia, la impotencia, la defensa de los derechos humanos, la razón ética, en definitiva, cuando semejantes atropellos irdividuales y sociales ocurren. Entonces piensas que en este país casi nada ha cambiado, a pesar de una Constitución que alardea de derechos, pero que en la práctica es ineficaz, porque el poder actual se preocupa más de reconversión militar y capitalista que de la educación y cultura familiar.

¿Quién lo diría? La frase de los 40 años de dictadura ya es un tópico, pues hay que prolongarla en 10 años más. Como si la historia sólo se justificara por un pasado de incultura, de vida militar bendecida por párrocos, obispos y jefes del Estado Vaticano, con el permiso de los banqueros. No es sólo eso. Aquí no ha existido cambio ni transición, sino un juego de palabras manipulado por la propaganda política.

Semejante crimen debe irritar a todo bien nacido, excepto al que lo cometió -un padre-, a quienes firman su beatificación -800 vecinos de ese pueblo- y a quienes en este momento rumien: "Hizo bien".

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Se han perpetuado y consolidado los valores tradicionales, la rígida autoridad paterna, el concepto del honor calderoniano -"el honor de los españoles se sitúa en la entrepierna"- y, sobre todo, el miedo.

Y de aquí surge la pregunta, ¿este Gobierno, tan preocupado de coger el tren del progreso, no se ha dado cuenta de que lo radical es un cambio de actitudes, de ambiente familiar -dialogante y respetuoso con los hijos- que conduzca a una convivencia pacífica?

Desde estas líneas, surgidas de una profunda irritación, quiero expresar mi respeto y admiración a cuantos adolescentes decidan amarse libremente, dormir juntos, soñar con su amante; también quiero exigir al poder actual que comience por dar valor a una educación ética y sexual conforme a los conocimientos científicos de que disponemos, sin predicadores ni milenaristas inquisidores -léase actual Iglesia católica y responsables de los ministerios de Educación y Cultura-. ¿En qué ayuntamientos se ponen en práctica programas para los jóvenes y para la educación de adultos?

Finalmente, desearía que los adolescentes se manifestaran contra un acto tan vandálico, aunque sea bendecido en algún púlpito, en ciertas familias y en el poder, y reivindiquen públicamente su derecho al amor libre.- Profesor de Ética.

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