Sustos

Decididamente, una no gana para sustos. Primero fue el editorial del viernes 24 de octubre titulado Madres experimentales, en el que descalifica usted a las feministas asistentes a la I Conferencia Feminista Europea sobre Nuevas Tecnologías Reproductivas e Ingeniería Genética. Y lo hacen, a mi entender, de un modo harto superficial. En el único párrafo que citan de la resolución de la conferencia se habla de rechazar "la eliminación y destrucción de formas de vida y la interferencia en la evolución natural por medio de la ingeniería genética aplicada..." y no por cualesquiera otros medios. Confundir la ingeniería genética -como se hace en dicho editorial- con el aborto, es decir, con el método de aspiración, el legrado, la introducción de una solución salina en el útero, el uso de prostaglandinas, etcétera, es, cuando menos, de una ligereza imperdonable en un artículo editorial. Más aún cuando en ello se basan para presentar como contradictorias ideas que para nada lo son. Y para, a continuación, sacar conclusiones descalificadoras de las feministas que asistimos a la conferencia y, por extensión -como se hace al final del editorial-, del movimiento feminista en general, comparándonos con quienes inspiran las campañas contra el derecho al aborto, es decir, con los autocalificados pro vida.

¡Lamentable asunto, señor Cebrián! Más aún cuando su periódico, destacando a Milagros P. Oliva en Mallorca, cubrió de modo impecable la conferencia y contaba, por ello, con una información de primera mano, que incluye los materiales escritos que se debatieron. Obviamente, en las pocas líneas de una carta al director es imposible argumentar las objeciones que suscita el susodicho editorial. Quedan, pues, para un artículo más extenso.

Pero no ha sido éste el único susto recibido estos días. Tres días después, en esta misma sección, se publicó una carta titulada Maternidad libre. En ella, sus autoras, llevadas -según afirman- del imperativo de informar a la opinión pública sobre lo que ocurrió en la conferencia, manifiestan que "la tal conferencia no fue un debate feminista sobre las NTR, sino una oposición a las mismas que la organización internacional Finrage traía preparada de antemano" (sic).

Resulta elemental que cualquiera, asistente o no a la conferencia, podemos no compartir las posiciones de Finrage. Pero de ahí a presentar la conferencia como un repugnante ejercicio de manipulación por parte de las organizadoras (Finrage y la Asociación de Mujeres para la Salud), donde todo estaba ya resuelto de antemano, es, sencillamente, faltar a la verdad. Y sorprende que incurran en ello feministas que, al igual que las demás participantes, tuvimos la oportunidad, a lo largo de los múltiples debates que se sucedieron, de manifestar nuestros puntos de vista. En lugar de estos inmerecidos sustos de unos y otras, creo yo que más nos valdría profundizar en la vasta problemática que plantean las nuevas tecnologías reproductivas y la ingeniería genética.-