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Cuba, en los años ochenta

30 especialistas analizan en España las relaciones entre La Habana, Estados Unidos y Europa occidental en el contexto internacional de esta década

Las relaciones entre Estados Unidos y Cuba se encuentran, 27 años después del triunfo de la revolución castrista, en su nivel más bajo desde los años sesenta, y no hay perspectivas inmediatas de que mejoren, al menos hasta el fin del mandato del presidente norteamericano, Ronald Reagan, en 1988. Ésta es la principal coincidencia expresada por algunos de los más de 30 representantes cubanos, estadounidenses y europeos asistentes al seminario en el que se analizó esta semana, en la quietud de las afueras, de Toledo, la tensa realidad del conflicto entre Washington y La Habana y el papel de Europa occidental en ese contexto.

Los participantes -un grupo destacado de políticos, altos funcionarios, diplomáticos, académicos y periodistas, todos ellos con conocimientos directos de las realidades analizadas fueron convocados por el Instituto de Relaciones Europeo-Latinoamericanas (IRELA), de Madrid, que organizó el seminario junto con la John Hopkins University School of Advanced International Studies, de Washington.Asistieron, entre otros, el viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Ricardo Alarcón; Carlos Martínez Salsamendi, asesor principal del vicepresidente del Consejo de Estado cubano; Wayne Smith, ex jefe de la misión diplomática estadounidense en La Habana entre 1978 y 1982; Peter Tarnoff, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores norteamericano; Bernt, Carlsson, subsecretario de Estado sueco y ex secretario de la Internacional Socialista; Gerd Beinhardt, jefe adjunto de la División de America Latina de la Comunidad Europea (CE); y especialistas como el profesor alemán occidental Manfred Mols o el periodista norteamericano Tad Szulc.

La reunión no tuvo carácter oficial, aunque algunos de los asistentes integran o han integrado equipos de asesoramiento de los Gobiernos en litigio, o, como en el caso cubano, ejercen funciones de responsabilidad en organismos del Estado. No hubo una representación equivalente por parte de la Administración de EE UU, que declinó participar, según los organizadores.

Las relaciones bilaterales entre Cuba y EE UU, difíciles de separar del actual conflicto centroamericano y de la política de dureza adoptada desde el principio (1981) por la Administración de Reagan frente al mismo, ocuparon gran parte de los debates, celebrados a puerta cerrada "Existe un deterioro en las relaciones de EE UU con Cuba, y cuando hablo de deterioro me refiero a la situación de Centroamérica", declara el diplomático norteamericano Smith, que pasó 11 de sus 25 años de carrera en Cuba o relacionado con asuntos de ese país del Caribe.

"Tenemos [en Estados Unidos] preocupaciones legítimas sobre Nicaragua", agrega Smith, "pero no es derribando al Gobierno sandinista como esas preocupaciones tendrán solución, sino utilizando las vías diplomáticas. Es probable que haya tensiones cada vez mayores en la región y un clima cada vez peor, y este empeoramiento afecta a las relaciones con Cuba, que es aliado de Nicaragua".

"Volveremos a fracasar"

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A este diagnóstico, Smith añade un augurio: "Repetimos con Nicaragua la historia, los errores cometido con Cuba. Entonces in tentamos una operación paramilitar clandestina [invasión de playa Girón, 1961] para derribar a Castro. Ahora, con fuerzas más poderosas, lo intentamos en Nicaragua. Y es seguro que volveremos a fracasar".Smith concluye: "En la mejor de las situaciones, somos y seremos adversarios con Cuba, que es socio de la URSS. Pero no hay ningún motivo para negarse a negociar los conflictos".

¿Qué papel juegan los países de Europa occidental, principales aliados de EE UU y que tienen a la vez relaciones normales con Cuba y el resto de Latinoamérica? "Es una presencia ambigua. Ningún país europeo tiene una política definida ni coordinada hacia la región latinoamericana, que actualmente está en un período de redemocratización", afirma Mols, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Johannes-Gutenberg, de Mainz.

"Pero", puntualiza, "a pesar de los Pocos esfuerzos a nivel estatal y económico, existen una relación estable en el ámbito subestatal transnacional. relaciones crecientes entre partidos políticos, grupos religiosos, universidades".

Un punto de vista europeo coincidente es el enfoque sobre los derechos humanos. El sueco Carlsson lo expresa así: "Tenemos buenas relaciones con Cuba. Pero discrepamos en el tratamiento de los derechos humanos. Es el momento de que Cuba abandone los consejos de justicia revolucionaria y aplique principios jurídicos internacionales probados por una larga expenencia histórica".

El viceministro cubano Alarcón comparte con Smith la idea de que el futuro de las relaciones de su país con EE UU son inciertas, aunque exista una distensión entre Washington y Moscú. "Ésta, de producirse, debería ayudar. Pero no hay que descartar que existan avances en una escala de relaciones globales entre las superpotencias y empeoramiento de algunas situaciones parciales, como la de Centroamérica".

Y agrega: "Lo que ha cambiado desde la década de los sesenta es que luego de una dura experiencia histórica está emergiendo un consenso latinoamericano, que se manifiesta en temas como la deuda externa o la búsqueda de una solución negociada a los conflictos. Contadora, por ejemplo, es un mecanismo regional propio, y su existencia debería servir para avanzar en otros campos".

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