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Bestiario rociero

En la gala de una paloma brava no podían faltar insignes representantes de la fauna social, política y cultural. Se notó la ausencia socialista, excepción hecha de Pilar Miró. Algunas comadres susurraron: "Es que a Alfonso Guerra no le gusta que sus correligionarios se mezclen con la crema de las peluquerías". Además de palomas (en un momento del espectáculo se soltó una docena de palomas asustadas), en el Monumental había muchas chinchillas, abundantes serpientes, no pocas víboras, innumerables mariposas, algunas lobonas y bastantes seres con piel de cordero. Manuel Fraga, animal político donde los haya, llegó con retraso, y se marchó antes de los bises. Fraga declaró que era un incondicional de Rocío desde que hace 20 años la oyó cantar una saeta. Pero quien más expectación causó fue una abeja. El hall se alborotó cuando hizo su irrupción Jose María Ruiz-Mateos acompañado por su esposa. Á la sombra de la abeja planeaba un lince disfrazado de señorita asesora de imagen: Cuca García Vínuesa, que ha hecho de Ruiz-Mateos un asiduo de los saraos mundanales.El gallinero estaba plagado de plumas; en el ruedo había muchos toros, unas cuantas raras aves y un puñado de periodistas-camaleones, que no daban crédito a lo que su corazón les sugería. Y una frase animal: "Rocío ha apagado la estrella del patriarca Abraham. El seno de Abraham es una broma comparado con los senos de Rocío".

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Paloma brava, tierra leona
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