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La tercera generacion Kennedy irrumpe hoy en la política de Estados Unidos

Francisco G. Basterra

"Por favor, ayudadme". Así concluyó el pasado fim de semana uno de sus últimos mítines electorales Kathleen Kennedy Townsend, candidata a un escaño en la Cámara de representantes del Congreso de Washington por el segundo distrito de Maryland. Aunque es una Kennedy, lo tiene difícil, y es posible que en las elecciones de hoy pierda la batalla contra la avezada política Helen Bentley, de 62 años, que defiende su escaño y acusa a su oponente de vivir sólo de su apellido y no apoyar la ayuda a la contra nicaragüense o la guerra de las galaxias. La tercera generación Kennedy irrumpe en la política norteamericana.

Kathleen asegura: "Me siento orgullosa de ser una Kennedy y de defender el legado de idealismo de mis antepasados". No obstante, ha utilizado más su nombre de casada (Townsend) en su propaganda electoral. Los norteamericanos renuevan hoy el Congreso en unas elecciones en las que también se eligen 36 gobernadores.Esta mujer de 35 años, madre de tres hijos, es la hija mayor de Robert Kennedy y ha logrado reducir a menos de ocho puntos la diferencia de 35 que le separaba de la diputada Bentley cuando se inició la campaña.

No es en absoluto una política al uso, pero ha vendido en la campaña ideas frescas y un entusiasmo desbordante -corre con zapatillas de tenis y traje de chaqueta al encuentro de sus posibles electores- y la idea, poco popular en estos tiempos en EE UU, de que el idealismo tiene su sitio en la política y de que el Gobierno, incluso en la época de Ronald Reagan, está para ayudar a los más débiles.

Kathleen, que ha llamado a más de 13.000 puertas durante la campaña en este distrito industrial de las afueras de Baltimore, con una población de

clase trabajadora y de inmigrantes, significa el intento de entrar en la política de la tercera generación del clan Kennedy.

Su hermano menor Joseph conseguirá hoy, con toda probabilidad, un escaño en la Cámara de Representantes por el octavo distrito de Masachussetts, en las afueras de Boston.

Kathleen no ha hablado casi de temas nacionales o de política exterior en su campaña. Algo más liberal que su hermano "con el que", dice, estoy de acuerdo en casi todo", defiende sin embargo "una posición de fuerza frente al comunismo", la vuelta al servicio militar obligatorio y la enseñanza de los valores tradicionales y la virtud en las escuelas, para rebajar el número de embarazos en adolescentes.

Su postura también es muy firme en la lucha contra el crimen y la droga, y su campaña ha sido apoyada por la policía del distrito. En la cuestión del Inciativa de Defensa Estertégica (SDI), "debe haber algún tipo de investigación, pero no de la forma en que la quiere Reagan", declaró la candidata con cierta inseguridad a EL PAIS tras uno de sus últimos mítines.

Experiencia de madre

Kathleen Townsend, rodeada por su marido David, profesor, y por su madre, Ethel, está más cómoda cuando promete a sus seguidores en Townson -una población industrial a las afueras de Baltimore- que llevará al Congreso su "experiencia de madre de tres hijos". "Yo sé lo que son los problemas de una pareja en la que los dos miembros trabajan", dice. Su idea más original ha sido crear un cuerpo de policías y profesores que trabajarían como voluntarios un tiempo, a cambio de que el Gobierno les pague luego estudios universitarios.Kathleen tiene un discreto atractivo y una sonrisa Kennedy. Delgada, nerviosa, está jugando un papel que no domina. Vestida con un clásico y elegante traje rojo y zapatos de tacón, parece un poco desplazada en este auditorio de seguidores incondicionales, claramente de clase trabajadora.

Pero la primera Kennedy que lucha por un puesto en el Congreso tiene algo más detrás de su aparente imagen. Rompe a hablar a borbotones y con una pasión que comunica con la audiencia, algunos de cuyos miembros sostienen cuadros reliquia con la foto de J. F. K., el asesinado presidente.

La presencia de Kathleen en las listas se añade este año a la de otras seis candidatas para el Senado, ocho para puestos de gobernadores de Estados y 64 para la Cámara de Representantes, así como centenares para otros cargos públicos.

Esto ha hecho decir al muy masculino y financiero diario The Wall Street Journal, que estas elecciones son las primeras de la era política posfeminista. El sexo ya no es el tema de las campañas, y se considera absolutamente normal el hecho de que las mujeres luchen por los principales cargos públicos. Sin embargo, hasta ahora no ha sido ésta la regla.

En 1984 se consideró histórica la presencia de Geraldine Ferraro como candidata a la vicepresidencia por el Partido Demócrata. Hoy, todavía, sólo dos mujeres se sientan en el Senado y 23 en la Cámara de representantes, integrada por 435 miembros.

Duelos de mujeres

En Nebraska, un Estado agrícola, por primera vez en la historia compiten hoy dos mujeres por el puesto de gobernador. Kentucky y Vermont tienen también mujeres gobernadoras. En Arizona, hoy podría alcanzar este puesto otra mujer.En el Estado de Maryland, dos mujeres luchan por un escaño en el Senado en una batalla que ha alcanzado resonancia nacional por la personalidad de las candidatas y los ataques que se han cruzado.

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