La rebelión de los reclutas
Hace pocos días, la Alta Corte de Seguridad egipcia anunció el aplazamiento hasta diciembre del juicio a los principales responsables de los disturbios que en el pasado febrero protagonizaron los jóvenes que hacían la mili en la policía.Un total de 1.205 personas han sido procesadas por aquellos motines, que causaron 107 muertos, 700 heridos y pérdidas de 105 millones de dólares.
No se han aclarado de modo suficiente los motivos de la revuelta.
Se mantiene en pie la hipótesis de que los reclutas se enfurecieron al escuchar el rumor de que su servicio obligatorio iba a prolongarse de tres a cuatro años.
Posible golpe de mano
Pero persisten las dudas acerca de la posible conexión con un intento de golpe de mano de los integristas islámicos.
Y en El Cairo hay quien dice que miles de armas desaparecieron entonces de los cuarteles para tomar el camino de la provincia sureña de Asitu, feudo de los islámicos.
Al parecer, el precio de un kalashnikov ha caído en el mercado negro de allí desde las 2.000 a las 300 libras egipcias.
La Prensa egipcia presenta a los amotinados dentro de jaulas y con miradas desesperadas. Se sabe que proceden de las capas más pobres de la población y que desde el primer momento se dedicaron a atacar a los símbolos de la riqueza que jalonaban la avenida de la Pirámide.
Aún hoy pueden verse las fachadas ennegrecidas de las salas de fiesta incendiadas por los reclutas.
El ministro de Defensa, Abdel Halim Abu Ghazala, explicó entonces que 17.000 reclutas habían participado en la insurrección -el 6% de los efectivos globales-, diseminados en 10 campamentos alrededor de El Cairo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.