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TRIBUNALES

El fiscal rebaja a un tercio la pena de 180 años solicitada para 'El Vaquilla' por su última fuga

El fiscal modificó sustancialmente ayer las penas solicitadas para Juan José Moreno Cuenca, el Vaquilla, y otros 11 reclusos que se fugaron de la prisión Lérida 2 el 11 de diciembre de 1984, al reducir en sus conclusiones definitiva; los 1.331 años de reclusión solicitados inicialmente a algo más de 300 años. El fiscal redujo casi a un tercio la pena pedida para El Vaquilla, que era inicialmente de 180 años de prisión y quedó finalmene reducida a 57, mientras el ahogado de la defensa, que también rebajó sus peticiones, reclamó para este acusado dos años, cuatro meses, y un día de prisión por el delito de quebrantamiento de condena en concurso con el de utilización ilegítima de vehículo a motor.

La vista se inició a las diez de la mañana de ayer en medio de una gran expectación y de fuertes medidas de seguridad. Los 12 procesados llegaron a la Audiencia Provincial esposados y fuertemente vigilados por fuerzas policiales, que tuvieron acordonado durante todo el día el Palacio de Justicia. En la sala estuvieron presentes varios familiares de los procesados, entre ellos el tío de El Vaquilla, José Cuenca Navarro.El juicio comenzó con la declaración de los procesados. Todos ellos coincidieron en señalar que la fuga no obedeció a ningún plan preestablecido, sino que fue una acción espontánea que se fraguó sobre la marcha. Tanto El Vaquilla como el resto de los encausados manifestaron estar bajo el efecto de.las drogas cuando ocurrieron los hechos. Unos sefialaron que habían ingerido Rohipnol, y otros, heroína. "Los fármacos los compramos entre todos porque nos gusta la droga", explicó Antonio Ugal Cuenca, hermanastro de El Vaquilla.

Ninguno de los seis procesados que lograron consumar la fuga recordaba nada de lo que ocurrió una vez que traspasaron los muros de la prisión. José Segura Martínez señaló que hacía tiempo que no había tomado fármacos y que aquel día había ingerido tres pastillas de golpe y luego, una vez en la calle, volvió a tomar más porque "me daba vigor y me estimulaba". Miguel Vicente Ferrer Cantero declaró que en ningún momento hubo amenazas para los internos que habían colaborado en la fuga, mientras que Antonio Vázquez Sánchez, que estaba en la celda cuando se iniciaron los hechos, agregó que se unió a los fugados porque "me perdí". Mario Rodríguez Salinerón dijo no ser consciente de sus actos por estar bajo los efectos de la droga.

Los otros seis procesados por complicidad con los fugados negaron en todo momento que hubieran utilizado pinchos u otros objetos para retener a los funcionarios mientras sus compañeros huían de la prisión. Pedro Ritza González llegó a decir: "No participamos en los hechos que se nos imputan. Yo estaba en la celda durmiendo, se abrió la puerta y salí a dar un paseo porque llevaba tres meses encerrado". Cristobal Moral Fernández dijo que estaba viendo la televisión y denunció que "allí dentro parecemos animales y cada día nos dan porrazos por cualquier cosa. No me preocupó de los funcionarios, son ellos los que se tienen que preocupar de mí. Yo soy un preso y no tengo Por qué abrirles la puerta si estaban encerrados. Además, son ellos los que llevan las llaves".

A continuación testificaron los funcionarios que fueron reducidos por los procesados. El jefe de servicios de la prisión no compareció por hallarse enfermo. Todos los funcionarios, excepto uno, ratificaron que habían sido amenazados con pinchos, aerosoles, barras de hierro y porras, además de haber sido encerrados en el cuarto de la basura sin uniformes. El fiscal no aceptó las tesis del informe de los psiquiatras, que atribuían la conducta de El Vaquilla a carencias afectivas de su infancia.

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