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LA 'TREGUA DE DIOS'

Juan Pablo II une a las principales religiones en defensa de la paz

Juan Arias

Juan Pablo II subrayó ayer en Asís que, por primera vez en la historia, las principales religiones del mundo se encuentran juntas para rezar por la paz. Pero precisamente porque se trataba de una experiencia inédita, la preparación de la jornada de oración, meditación y ayuno no fue sencilla. Para no herir suceptibilidades hubo que resolver no pocas dificultades, incluso de carácter protocolario, como en la cena comunitaria de clausura.

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El cardenal Roger Etchegaray presidente de la comisión Justicia y Paz, que ha trabajado mucho en la preparación de los actos ecuménicos de Asís, había afirmado ya que "sólo un simple puede pensar que es fácil hacer rezar juntos a los creyentes de distintos credos'.La primera dificultad fue la elección de la fecha para celebrar la jornada ecuménica de oración. Porque no podía ser el domingo, ya que es el día de los cristianos, ni el sábado, que lo es de los judíos, ni tampoco el viernes, que es cuando celebran su fiesta los musulmanes. Por eso se acabó escogiendo un lunes.

Tampoco era fácil elegir un lugar para el encuentro final del Papa con los dirigentes de las principales religiones. Había que descartar una iglesia católica o cristiana. Por eso se decidió hacerlo al aire libre.

Por otra parte, ninguno de los dirigentes religiosos presentes debía aparecer como presidente. Pero, al mismo tiempo, no se podía tratar al Papa como a cualquiera de los líderes religiosos. Y así pudo estar el papa Wojtyla en el centro de un semicírculo, con sillas todas iguales, por el mero hecho de que él era el anfitrión del encuentro.

El Papa fue también el único que pronunció un discurso, de ocho folios, mientras los demás se limitaron a rezar. Tampoco había sido posible ponerse de acuerdo para una oración recitada conjuntamente, porque, como escribió el vaticanista del diario romano La Repubblica, en realidad se ha demostrado que "la paz une pero las religiones separan". Y se buscó así un sitio en Asís para que cada grupo rezase separadamente por la mañana, mientras por la tarde, ya todos juntos, se rezó por la paz, pero uno detrás de otro.

Incluso para la oración por separado de los grupos religiosos hubo problemas Ipara escoger el lugar. Por ejemplo, los judíos no quisieron un lugar cerrado y escogieron una plaza cercana al Ayuntamiento, porque allí había estado el antiguo gueto judío y la sinagoga; pero a inaitad de la oración el frío helaba los huesos y tuvieron que buscar apresuradamente una sala para continuar sus rezos.

Les mandaron a la biblioteca del Ayuntamiento, pero la puerta estaba cerrada y tiavieron que esperar media hora, en la puerta, refugiándose del el frío en las esquinas de la calle.

Finalmente, estaba la cuestión de la cena comunitaria, tras un jornada de ayano. Existía el problema no sólo de la carne, que algunos no comen; o del modo en que las reses podían haber sido sacrificadas, porque para los musulmanes, por ejemplo, tenían que ser degolladas; o de ciertas carnes como el cerdo -y, por tanto, nada de jamón-, porque no la comen ni judíos ni musulmanes. Y también el vino, ya que algunas religiones no sólo no lo beben sino que no pueden comer donde se haya abierto una botella de vino.

Por todo ello, la cena, que tuvo lugar en el grim comedor de los franciscanos, al final fue vegetariana, con verduras, quesos, pescado y frutos secos. Para beber, sólo agua y zumos.

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