Guerra
A Alfonso Guerra habría que salvarle de la caricatura en que le han convertido o se ha convertido él mismo, habría que sacarle de la viñeta. En tanto, la Cosa Boyer, más o menos, ha entoñado como una benaventina flor de otoño. Guerra no e, el Lenin del socialismo español, ni tampoco todo lo contrario. Parece que Guerra ha sufrido una baja en Calviño, pero esto es anécdota más que categoría, tradición más que plagio. En tanto en cuanto, algunos desean que Boyer llegue a presidente. O sea, un fuerte holding de postnovísimos. Y quien más ventaneramente lucha contra esto, mirando por el pan del socialismo, es Guerra. Aranguren negaba una vez que Guerra fuese un intelectual sino solamente un hombre aficionado a la cultura. Para le que se usa entre políticos, un aficionado nos, parece ya un polígrafo. Lo que pasa es que Guerra, si verdaderamente fuese un totalitario, le prohibiría a Penderecki componer una ópera basada en Divinas palabras, de Valle-Inclán, obra que ahora van a llenar de cantables, consiguiendo que olvidemos quién y cómo era Valle. El proyecto operístico es mayormente cacofónico porque esta, obra de Valle ya es una ópera. Una "ópera hablada", come las que sueña flaco Nieva. En la alta movida madrileña (en Madrid hay una movida alta fina, y una movida baja, popular), las princesas se han hecho fuertes en el Real y entregan. premios y presiden cosas todo el rato. Se comprende que Guerra esté al loro y passe. El deslizamiento psocialdemocracia/aristocracia es continuo, áulico y marbellí.Guerra no va a las Noches del Visón del MaulMau. A Guerra puede vérsele venir entre las esculturas venideras del luminoso Joan Miró. Guerra, quizá, es un luminoso frustrado por la bruma /smog de la Corte. (A Arte Contemporáneo acuden, como ángeles caligráficos, los dibujos de García Lorca). Entre los gastos secretos del Gobierno, aparecen 2.200 millones para espías y sobresueldos. Es una pela, pero tampoco resultaría prudente que la derecha bífida, enfrentada al bífido Guerra, le culpase de todo ese dinero, afirmando que se lo gasta en discos de Mahler y bombones. A Guerra le da hoy protagonismo la movida/Boyer. Son sus Servicios de Inteligencia del Estado contra Washington. Es Mahler contra el Teatro Chino de Manolita Chen. Mariano Rubio y Miguel de la Coricha son la nueva derecha que nuestra derecha vieja ignora, como la ignora Fraga, que escribe en su propia revista, Alianza, como un joven poeta de provincias. Juan Antonio García Díez, Carlos Bustelo, Alberto Oliart, Ruiz de Alda, es decir, polvo, sudor y Dior, Boyer cabalga. Con doce de los suyos, o así. Ruiz de Alda tiene un apellido aviónico que nos hace llevarnos la mano al bolsillo donde guardamos, ya que no la pistola, el cortauñas. Entre los punkis de Boyer, Martín Villa, Lalo Azcona, Cari Lapique y en este plan.
Lo cual que Emilio Romero ha sido el más halconero:
-Boyer no tiene ninguna posibilidad fuera del socialismo.
Fraile:
-Podría ser un buen presidente.
Luis del Olmo:
-Ha demostrado ser inteligente.
Frente a la derecha radiofónica y jet de Boyer, Alfonso Guerra es un espalda mojada que cruza todas las noches el Manzanares, Moncloa/ Madrid, ida y vuelta, para prevenir a su señorito. El socialismo se radicaliza ante la llegada de un hombre que se parecía a Orestes/Boyer. Guerra no es que acumule poder, como dicen los analistas, sino que el poder se le viene ahora a las manos. Manos de pianista político y provinciano cuyo primer Mahler fue don Manuel de Falla.
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