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Tribuna:EL DEBATE IDEOLÓGICO EN EL PSOE
Tribuna
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Retos del final del siglo

Manuel Escudero

El socialismo democrático, la socialdemócracia, el laborismo o, en genérico, el socialismo europeo ha sido el movimiento político dominante en los países desarrollados en lo que va de siglo. Cuenta en su haber con la transformación de la organización social en un buen número de países en. tomo a tres aspectos claves: la construcción del Estado del bienestar como Estado que asegura a todos los ciudadanos unos niveles dignos de seguridad material y oportunidades econón-úcas, sociales y culturales; la transformación de la Administración pública en un inst.rumento al servicio delal objetivo igualitario y la emergencia de nuevas formas de participación democrática de los ciudadanos, dirigidas a controlar la gestión de los servicios públicos.Este avance en la organización social fue posible debido a un pacto impulsado por el socialismo y los sindicatos, pero consensuado y aceptado por el resto de las fuerzas políticas -conservadoras o liberales- y sociales. El pacto se basó en el, respeto por el mercado y la iniciativa privada junto con la redistríbución efectiva de la renta, beneficiando más a los más desfavórecidos.

Esta es la historia de la evolución social reciente de países como Austria, Alemania Federal, Holanda, Suecia, Noruega, Dinamarca o el Reino Unido. Por ello se puede decir que el proceso político desatado en Europa por el socialismo es uno de los fenómenos políticos más relevantes de la historia mundial del siglo XX... hasta hoy.

Porque a la fría luz de los años ochenta, se diría que el socialismo puede convertirse en un movimiento político del pasado. En palabras de Ralf Dahrendorf, una voz liberal con peso en toda Europa, el mañana ya no es la Continuación del ayer. Estamos asistiendo -aseguira- al final del siglo socialdemócrata.

Debilitamiento

Hay razones para pensarlo. En los últimos 10 años ~hemos asistido a un debilitamiento político claro de las opciones socialistas. En el Reino Unido, el exhausto Gabinete Callaghan hubo de dejar paso a Margaret Thatcher. En Alemania Occidental, Suecia y Noruega, los conservadores .han llegado al Gobierno durante el período, aunque con solidez desigual. Incluso en Austria, el futuro del socialismo aparece incierto después del triunfo del populismo nacionalista dentro del Partido Liberal y a causa de la consiguiente ruptura del Gobierno de coalición. Por otro lado,está el caso de los países sureuropeos, donde el triunfo del socialismo democrático en cinco países sólo se ha consolidado en Grecia y España.

De un período de estabilidad e incluso de avance se ha pasado a una situación fluída y aún no clarificada, en la que el proyecto socialista ha perdido, en todo caso, su fortaleza de posguerra. Uno de los fenómenos que explican esta nueva situación es la crisis económica internacional. Ésta está suponiendo un reenfoque ideológico del socialismo y un cambio profundo en algunos de sus modos de intervención política.

La crisis económica está cambiando las sociedades europeas. De la crisis, motivada por la tendencia a la pérdida de rentabili.dad del capital, está saliendo un capitalismo mucho menos blan-. do y humano que el capitalismo de posguerra. Un capitalismo que está dando un salto gigantesco de productividad mediante una revolución tecnológica sin precedentes; que ya no es capaz de proporcionar trabajo a toda la población activa en los países desarrollados; que practica la fragmentución sistemática de los mercados de trabajo; que tiende a concentrar en grado creciente las decisiones económicas en las corporaciones transnacionales; que agudiza la competencia en los mercados internacionales.

¿Es posible renovar el pacto, que en la posguerra protagonizara el socialismo, con este nuevo tipo de capitalismo emergente? Yo creo que éste es uno de los problemas cruciales que hoy afronta el socialismo europeo.

En primer lugar, la crisis ha supuesto la necesidad de políticas de austeridad en el consumo público. Los Gobiernos conservadores -con el Reino Unido como caso paradigmático- han emprendido, en este contexto, el desmantelamiento del Estado del bienestar. Sin embargo, los Gobiernos socialistas en países como Austria o Suecia han sabido combinar el mantenimiento del Estado del bienestar con las políticas de austeridad y contención del gasto público mediante un aumento de la racionalización y la eficiencia de la Admistración. Parece posible mantener el Estado del bienestar en las condiciones de la crisis.

Ideas para la crisis

Paradójicamente, la reorientación del socialismo en el contexto de la crisis no se centra tanto en la defensa del Estado del bienestar, donde parece que triunfa, como en hacer frente a las consecuencias que puede teneir una apropiación unilateral por parte del capital de los beneficios del nuevo sistema económico que emerge de la crisis. Por ello comienzan a abrirse paso en el socialismo europeo una nueva serie de ideas-fuerza que suenan, probablemente, como radicales.Esta orientación se perfila en torno a objetivos como:

- El reparto del tiempo de trabajo como la mejor solución al desempleo causado por la revolución tecnológica.

- La puesta en pie de un nuevo sistema educativo masivo y permanente para facilitar la cualificación necesaria a toda la población no cualificada en la nueva sociedad tecnológica.

- El control democrático a nivel de empresa, nacional y europeo de la revolución tecnológica.

- El control democrático de las grandes concentraciones de poder económico.

¿Cuál es el racional que está detrás de este tipo de objetivos? Sintéticamente, se trata de mecanismos de intervención que fáciliten un reparto social de la productividad ganada a través de la crisis. En otras palabras, sí en la epoca anterior el socialismo europeo protagonizó un pacto sobre la redistribución de la renta -del que nació el Estado del bienestar-, en la nueva época se propone un pacto sobre lá redistribución de la productividad. Sin embargo, los mecanismos de redistribución no implican tanto una extensión del Estado como una democratización descentralizada de las decisiones económicas.

A nadie se le escapa quie este tipo de objetivos no pueden ser alcanzados en un solo país. Por ejemplo, la reducción de la jornada laboral será una realidad europea o no será.

Volvamos, por tanto, a la pregunta inicial: ¿es posible un nuevo pacto, en el que el capital tenga aseguradas unas nuevas condiciones de rentabilidad, pero admita un mayor control democrático y un reparto de la productivídad?. La respuesta, aún no clara, depende de dos condiciones. En primer lugar, de que los sindicatos, el músculo de los partidos socialistas, se orienten hacia tales objetivos. En segundo lugar, de que el socialismo europeo sea capaz de llevar a los países de Europa hacia acciones comunes en esa dirección. Estos son los grandes retos del socialismo europeo.

Todo lo dicho aquí tiene relevancia para el caso español. Desde hace cuatro años, con retraso, se ha emprendido en España el camino dificil de la austeridad frente a la crisis, combinada con la construcción del Estado del bienestar. El futuro no espera y la democratización de la economía, como horizonte no lejano, se plantea tan nítidamente en España como el resto de Europa.

Manuel Escudero Zamora es economista.

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