Una óptica itinerante para la España rural
Gafasvan ofrece servicios de visión en diversos pueblos de la comarca castellanoleonesa de Tierra de Campos
Gafasvan no es solo un proyecto empresarial, sino también de vida familiar y comunitaria. Tras cerrar un capítulo profesional de cinco años en Lima, Daniel Paniagua y su mujer no querían que el ritmo de una gran ciudad marcase el día a día de la familia que empezaban a formar y decidieron volver a Mayorga, el pueblo vallisoletano en el que nacieron. Las oportunidades laborales eran más bien limitadas y se propusieron emprender. “Mi abuelo tenía problemas para ir a cambiarse de gafas”, recuerda el fundador. Con 90 años y sin apenas transporte público, necesitaba que alguno lo llevase a la ciudad, y Paniagua pensó entonces en cuánta gente habría en otros pueblos sin esa posibilidad. Así pasó de la silla de una gran multinacional en la capital peruana al asiento de la furgoneta con la que desde 2020 acude a prestar servicios ópticos en diferentes poblaciones de Tierra de Campos, una comarca que toca las provincias de Zamora, Valladolid, León y Palencia.
La idea inicial de este optometrista que no había ejercido hasta entonces era crear una óptica móvil, llevar a cabo su labor dentro del vehículo. “Fui a la Consejería de Sanidad de Castilla y León y les dije ‘quiero hacer esto’. Y me dijeron que ni de broma”, cuenta. Según la legislación, tenía que hacerlo en un espacio fijo. “Pero una persona que no tenga ni idea puede montar una tienda online, domiciliarla en Estonia y vender gafas graduadas sin ningún tipo de problema”, dice. Abrió entonces una óptica al uso en Mayorga e iba y venía de los pueblos con la furgoneta cargada con equipo y producto: “Subía y bajaba las cosas todos los días. Al principio, en espacios que me cedían los ayuntamientos, que tenía que habilitar casi todos los días como óptica”. Más adelante alquiló y equipó locales en cuatro de los seis municipios en los que opera y, actualmente, ofrece también servicios de audiología en colaboración con un socio.
“Desde el principio estuve convencido de que esto podía funcionar”, asegura Paniagua, que puso en marcha el negocio con recursos propios y un préstamo al que tuvo que recurrir mientras no se materializaban las subvenciones concedidas al proyecto. El año pasado, cuando completó la transición del modelo autónomo a sociedad limitada, Gafasvan ingresó alrededor de 185.000 euros, y ya es una compañía rentable: “Casi desde el primer día”, asegura Paniagua.
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