El tremedal filipino

CORAZÓN AQUINO vuelve a su difícil país con 800 millones de dólares en créditos obtenidos en Washington y con un nuevo espaldarazo de¡ presidente Reagan, que se muestra diplomáticamente optimista acerca del porvenir de Filipinas. Pero no hay razones objetivas para mostrarse optimista, a no ser que ese apoyo de la Casa Blanca se considere decisivo.Corazón Aquino tiene entre sus bazas mayores ese respaldo y el carácter emblemático que le da haber sido la esposa del mártir Benigno Aquino, cuyo asesinato en 1983 desencadenó los acontecimientos que ocasionaron la huida de Marcos. Dentro de ese carácter emblemático está su configuración de persona por encima de la política, casi dinástica, que ofrece al difícil y esquilmado país un rostro de honradez, de ética, de humildad personal que la han dado una popularidad considerable entre los 55 millones de habitantes del archipiélago. El problema está en saber si todo ello es suficiente para sostener las fragmentaciones y divisiones de fuerzas políticas, que van desde parte de los militares que amenazan con regresar a un estado de fuerza si se continúan buscando responsabilidades en los crímenes anteriores -el proceso por la muerte de Aquino se ha vuelto a abrir- a los guerrilleros que no deponen las armas mientras no vean la situación más clara. Se mueve entre un capital que se niega a invertir mientras sospeche que el Gobierno tiene intenciones izquierdistas y un paro asiático; entre una Iglesia católica muy fuerte, con brazos políticos largos, y un partido comunista que se desolidarizó de la elección de Cory Aquino, lo cual fue un error, y que ahora busca su ámbito en la convocatoria de huelgas -unas 500 en los siete meses de la nueva presidencia- que, efectivamente, prenden en una población donde la miseria es extraordinaria y donde no se puede ni crear más empleo -los 800 millones arrancados de Washington son una gota en el mar del hambre- ni se pueden mejorar salarios que están muchas veces por debajo del nivel de subsistencia. El propio Gobierno que preside está formado por 26 miembros de sectores y tendencias muy distintos, todos con sus laureles de resistencia y su orgullo de ex combatientes contra Marcos, pero que han perdido ya aquella razón de unidad y pueden estallar en cualquier momento. Sobre todo porque izquierda y derecha presionan para que eso suceda así.

La situación de Filipinas, en fin, presenta el cuadro clásico propio de la salida de una dictadura predadora, en la que no sólo el presidente y su camarilla han devorado el país, sino que han fomentado durante años toda clase de corrupciones. Corazón Aquino intenta lograr un acuerdo para evitar mayores desgracias. Y Reagan parece confiar en esta situación. Con todo, si no aparecen pronto algunos resultados sociales y económicos, y si los grupos de poder en la relativa sombra son mucho más explícitos que lo aconsejable por la prudencia misma, aún pueden suceder numerosos acontecimientos antes de que se llegue a la estabilidad de aquel país.