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Tribuna
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Bombas

París es un polvorín. El ecosistema, del terrorismo internacional quiere demostrar algo a alguien, probablemente a Chirac. Las bombas que rompen París tal vez tengan, un precio lejano, distinto y distante. El terrorismo es, con el espionaje, la auténtica política internacional estable de fondo. Todo le, demás es para la galería.Y casi al mismo tiempo que París era una traca, un atentado barcelonés sorprende a los más viejos del lugar, acostumbrados a un terrorismo un tanto casero y mal acabado, con más víctimas entre los presuntos terroristas que entre los presuntos aterrorizados.

Surge la amenaza de que Cataluña puede ser un segundo País Vasco, un segundo frente terrorista, en este caso artificial (porque no hay -todavía- en la Cataluña de hoy una base social dispuesta a secundar una acción armada independentista, como si la hay en el País Vasco). Que río la haya todavía no quiere decir que no pueda formarse hacia el futuro, porque, por ejemplo, para la juventud catalana la única oferta de épica ética y estética es la nacionalista.

La ambigüedad pujolista y la chalanería felipista tienen mucho que ver con la formación de un estado de ánimo radical nacionalista que tiene tan claro al enemigo como oscuros los objetos de sus deseos.

Hasta ahora los ciudadanos de este estado que no residimos en Euzkadi podíamos contemplar el drama vasco como un espectáculo. A ver qué pasa cuando nos pongan las bombas debajo de los culos de nuestros asientos y el toma y daca violento nos implique cotidianamente. La apertura del segundo frente terrorista, el catalán, es un aviso, forma parte del metalenguaje de la política subterránea española, como el festival bombístico de París forma parte del metalenguaje de la política subterránea internacional. Supongo que a estas alturas esos negociadores que no negocian aunque negocien no negociando negociadoramente, ya saben qué quiere decir exactamente el bombazo catalán. ¿Sería mucho pedir que nos informaran un poquito? Sin dañar los secretos de Estado, claro. Al fin y al cabo cuantos más secretos tiene un Estado, más Estado es.

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