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Tribuna
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Autobuses

El Ayuntamiento ha decidido, dotar de hilo musical a los autobuses de la EMT. Hay que volver al autobús. Y es que imagina uno, no sé por qué, que el Ayuntamiento, con una mentalidad -de puente aéreo, va a tocar siempre en los autobuses Aranjuez, mon amour, que es un disco que le gusta mucho a Aviaco. O el Bolero de Ravel, que el pintor Modesto Roldán quiere filmar como la erección de una mujer desnuda. "El Boleto es la historia de una erección, Umbral". Todo esto le parece a uno democracia musical, por no escribir demagogia, ya que quien coge un taxi, gastándose más dinero, sólo escucha a la Pantoja, todo el rato, o a Rocío Jurado, que ha decidido dejarse las glándulas en su sitio, en vista de que uno dijo que eran plazas sagradas de soberanía, como Ceuta y Melilla.También puede ocurrir, en fin, que dentro de la movida, que ha degenerado en una verdadera idolización de Madrid, los autobuses lleven música madrileña, cómo la que se ha puesto en el carillón de la plaza de la Villa, electromagnético por cierto, y cuyas cinco campanas se llaman Almudena, Atocha, Paloma, Casta y Susana (casi, el repertorio de novias de un castizo de cuando entonces). Pero eso sería muy fuerte. Música madrileña en la Casa de la Villa y en los autobuses. Madrid degenerado en la zarzuela de sí mismo. ¿Y para esto hemos hecho una reforma/ruptura/cambio/ transición/cosa?

No se le oculta a uno que la música de los aviones está elegida para quitarnos el miedo, y la ponen en los momentos delicados de aterrizaje y despegue, más alguna tormenta por el séptimo ciclo. Dado cómo está el tráfico en Madrid, es muy posible que la música, de los autobuses tienda a sedar el espanto de los viajeros, a calmar los nervios de la lentitud del trayecto o a atenuar, muy en la doctrina/ PSOE, la siempre latente lucha de clases, el odio marroquí contra los que van en buga con una rubia, y que tienen que escuchar, porque se lo han impuesto ellos mismos, a Julio Iglesias todo el rato. Que también es una cruz.

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