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La Bolsa de Nueva York registró el jueves la mayor caída de su historia

Francisco G. Basterra

La incertidumbre sobre el futuro de la economía norteamericana, el miedo a que rebrote la inflación y la apuesta de que no bajarán los tipos de interés han provocado la mayor caída de la historia de la Bolsa de Nueva York, que ayer cerró la semana con una pérdida de 141 puntos. En sólo dos días, ayer y el jueves, el índice se ha desplomado 121 puntos. Una avalancha de órdenes de venta, multiplicada por los nuevos sistemas, de operaciones mediante ordenadores, hizo el jueves que el índice Dow Jones perdiera 86,61 puntos, después de que 237,57 millones de acciones cambiaran de manos. La Bolsa de Tokio se vio ayer arrastrada por la caída de Wall Street, al igual que la mayoría de los mercados europeos.

En la sesión del jueves 1.695 valores de Wall Street bajaron , y sólo 168 subieron, cerrando el índice a 1.792,81. Las cosas no fueron mucho mejor ayer y el índice perdió 34 puntos, cerrando a 1757,71. Sólo en la primera hora la bolsa había perdido 49 puntos con un negocio de 70 millones de acciones, más de un millón al minuto. Por fin, a mediodía (hora de Nueva York), un aplauso en el patio de operaciones señaló la inversión de la tendencia loca, y el Dow se había recuperado, señalando una tendencia positiva de un punto. La bolsa se comportó en las horas siguientes como una montaña rusa y, aunque se detuvo el pánico, finalmente tuvo que ceder 3,4 puntos.Arrastrados por la caída histórica de Wall Street, los precios de las cotizaciones se derrumbaron ayer en la Bolsa de Tokio, que también registró un descenso récord. El índice selectivo Nikkei, basado en 225 valores, perdió 460,73 yenes durante la jornada, cerrando a 118.100, 52 yenes. Lo sucedido en Nueva York dirigió también a la baja a la mayoría de bolsas europeas, descendiendo los índices de París, Milán, Londres y Francfort. Las bolsas españolas siguieron la tónica. Madrid cerró con una descenso de 4,57 enteros; Barcelona bajó 8,14; Bilbao 4,41 y Valencia perdió 3,87 puntos.

Las pérdidas del Jueves en Nueva York, con ser considerables, no se acercan a las sufridas el martes negro, el 28 de octubre de 19291. Ahora la bolsa ha perdido en un día 4,6% de su valor, frente a. un 12,82% el día del gran crack. En términos reales, el Dow Jones hubiera tenido que bajar 240 puntos para igualar la caída porcentual de 1929.

"No ha sido el fin del mundo, pero en algún momento lo ha parecido", afirmaba sudoroso, al cierre del mercado, el jueves, un agente de Shearson Lehman Brothers. El espectáculo del patio de operaciones era ayer enloquecedor; 3.000 agentes, especialistas, mensajeros y empleados se afanaban de nuevo en un ritmo febril, incapaces físicamente de seguir al mercado.

El Daily News envió a Wall Street a uno de sus reporteros de sucesos. "Suelo hacer asesinatos y desastres, y creo que esto es un desastre", declaró el periodista Ayer el volumen de operaciones era tan fuerte que pasaban 30 minutos antes de que los ordenadores de la bolsa pudieran traducir en cifras lo que estaba ocurriendo. Aunque para algunos observadores, después de un año ininterrumpido de subida de la bolsa, esto es normal ya que los inversores estaban buscando una excusa para vender, la mayoría de los analistas estaban sorprendidos. Un agente de la firma Scudder, Stevens and Clark, golpeó su terminal de ordenado cuando éste le escupió el dato de la pérdida de 86 puntos. "Creí que estaba equivocado".

Se acabó la fiesta

"El jueves pasará a la historia de la bolsa como el día en que se acabó la fiesta", afirmaba ayer un experto. Algunos piensan que la carnicería de las dos últimas jornadas abre una tendencia que podría durar seis meses y bajar el índice Dow Jones hasta la cota del 1.600. Para algunos observadores, la tendencia al alza de la bolsa no refleja la situación real de la economía norteamericana, que no ha solucionado ninguno de sus problemas de fondo. Un déficit presupuestario de más de 200.000 millones de dólares y unos números rojos de su balanza comercial que superarán este año los 150.000 millones de dólares, a pesar de la notable desvalorización del dólar. El mercado de valores, aunque no es un reflejo exacto de la situación económica general, tampoco puede disociarse demasiado de ésta.El desplome de Dow Jones ha tenido también una explicación psicológica. Los inversores han seguido a la masa con la idea de que tanta gente a la vez no puede equivocarse. Existe también una causa técnica. La caída se convirtió en histórica cuando el nerviosismo se apoderó de los agentes de cambio en el mercado de acciones a plazo de Chicago que, al ver la tendencia en Nueva York, dejaron caer los futuros, a lo que los inversores institucionales respondieron automáticamente poniendo en marcha sus programas electrónicos de ventas por ordenador.

Hasta ahora la bolsa de Nueva York, que el 4 de septiembre último alcanzó su récord cerrando a 1.919,71, estaba empujada por la mejora de los beneficios empresariales y por la progresiva reducción de los tipos de interés La subida del oro, que el dos de agosto franqueó la barrera de los 400 dólares la onza, el inicio de la recuperación de los precios del petróleo y la subida del precio de otras materias primas hace temer a muchos que está a punto de acabar la era de la desinflación. Vuelve la inflación a Estados Unidos, aunque sea a un tímido y previsto 4,5%.

Si esta análisis es correcto, la Reserva Federal (el Banco Central norteamericano) no podrá continuar su política de dinero fácil, descartándose nuevas reducciones del tipo básico de interés. El último descenso, en agosto, lo fijó en 5,5%. El dinero más barato provoca que la empresas accedan con más facilidad al crédito e incrementa las expectativas de beneficio empresarial, lo que, a su vez, empuja al alza a la bolsa. Los tipos de interés bajos para los bonos del tesoro y toda la renta fija estimulan también el interés de los inversores hacia el mercado de acciones. Pero la señal ahora es que la renta fija está aumentando su interés (7,72% actualmente), que podría situarse en el 8% a finales de año.

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