Curso de tríos en un homenaje a Jesús de Monasterio
El concierto final del curso de música de cámara que durante más de una semana han dictado los profesores Pedro León, violinista, Pedro Corostola, violonchelista, y Joaquín Soriano, pianista, se celebró el viernes en el paraninfo de la Magdalena, de Santander. Patrocinado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), el concurso de piano Paloma O'Shea y la sociedad pianística Isaac: Albéniz, y dirigido por Federico Sopeña, el curso abordó el estudio e interpretación del Trío con piano y fue un homenaje a Jesús de Monasterio en el centenario de su nacimiento.En estas jornadas, el gran Sergiu Celibidache, al que la UIMP ha tenido, el acierto de distinguir con su medalla de oro, insistió sobre el concepto fundamental de la música como vivencia. El curso y el concurso Fundados por Paloma O'Shea constituyen un magnífico ejemplo de bien entender la música, de huir de la fórmula.
Música y romanticismo
No sé si por azar, la escucha constante de los tríos de Beethoven, Schubert, Mendelssohn, Brahms y Turina ha coincidido con el curso sobre el romanticismo, dirigido en la Universidad por Francisco Rico. ¿Cómo entender el romanticismo sin la música? ¿Cómo apresar el sentimiento de: ese período histórico cultural sin la música? Ahí, a dos pasos del palacio, tenían los interesados la posibilidad del estallido romántico en Beethoven, el compromiso entre forma y sentimiento en Mendelssohn, la lección entera sobre la última verdad de la lírica germana en Schubert y hasta el andalucismo buscado por los viajeros románticos en Turina.Difícil e inconveniente sería analizar individualmente a los participantes en el curso y en la clausura. Más orientador será recordar las mejores impresiones el tono y el ambiente de cámara en el trío Hontanilla- Samper-Lacruz; el añadido virtuosístico en la pianista búlgara lvancheva, que tocó con Nagashima y Caisedo; el dominio, musicalidad e impulsivo frescor del joven pianista Claudio Martínez con el violinista Mendoza y la chelista Cristina Díaz, que con otro pianista, Mariano Fernández, se repartieron los tiempos del primer trío de Brahms y con otros tres -Chang-Rok-Moon, Gutiérrez Marcet y Pedro Mariné- el Trío en mi bemol de Schubert.
La continuada bellla línea de la violonchelista Nieves Collado lució como elemento fijo en el primer trío de Mendelssohn mientras cambiaban los violinistas Morales, Begoña Pérez y Víctor Correa y los pianistas Moreno, Magdalena Rivas y la supervirtuosa Rowena Arrieta, siempre tendente a un protagonismo solista, justificado por sus cualidades y su temprana carrera internacional.
El éxito grande fue para los maestros León, Corostola y Soriano, capaces de convertir en pocos días un puñado de instrumentistas en verdaderos conjuntos de cámara, alguno de los cuales anuncia ya su perdurabilidad bajo el nombre, precisamente, de Jesús de Monasterio.
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