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Camp David y Taba

THE TIMES

El acuerdo de arbitraje logrado la semana pasada entre Israel y Egipto sobre la disputada zona de Taba, en el Sinaí, debe considerarse como un ligero avance dentro de la más amplia búsqueda de paz en Oriente Próximo. La propia disputa en torno a una simple franja de menos de un kilómetro de playa en el mar Rojo fue siempre mayor de lo que aparecía. De ella dependía la oportunidad de una mejora de las relaciones entre Egipto e Israel, a la cual se habían resistido obstinadamente los egipcios desde la retirada de su embajador en Tel Aviv durante la invasión israelí de Líbano en 1982. Por esta posibilidad, el acuerdo de Taba ha de ser bien recibido.Tanto los israelíes como los nortearnericanos han visto la insistencia de Egipto en mantener Taba casi como un pretexto del presidente Mubarak para evitar evanzar en la normalización de las relaciones como establecían los acuerdos de Camp David. Un distanciamiento del presidente respecto a Israel le dio a la vez la oportunidad de incrementar las relaciones con sus vecínos árabes y de contener a sus propios extremistas religiosos al precio del proceso de paz. La opinión popular egipcia consideraba la negativa de Israel a abandonar la cuestión de Taba como un símbolo de la mala fe del Estado judío. El sentimiento antiisraelí en Egipto no se limita a los fanáticos religiosos y a los intelectuales. Abarca a toda la sociedad. No obstante, los egipcios tenían buenas razones, con una cierta presión de EE UU, para llegar a una solución del conflicto. ( ... )

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Los israelíes no sólo quieren el regreso de un embajador egipcio y un encuentro entre los dos presidentes, sino también un incremento del comercio y del turismo. En resumen, desearían impulsar el proceso de normalización bruscamente interrumpido en 1982.

Puede que esto no sea posible para el presidente Mubarak sin poner en peligro su propia posición interna. La economía de Egipto se encuentra en una pobre situación; existe un clamoroso descontento por la subida de los precios. Un acuerdo manifiesto con Israel acrecentaría la impopularidad del régimen de Mubarak y elevaría el riesgo de disturbios violentos.

Para Occidente, el saldo ventajoso radica, por el momento, en mantener a Mubarak en el poder más que en forzar el ritmo del proceso a largo plazo para la búsqueda de la paz. Es más importante que Egipto mantenga su estabilidad que el cumplimiento de la letra pequeña de los acuerdos de Camp David.

Londres, 18 de agosto

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