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Tribuna:FESTIVAL DE SANTANDER
Tribuna
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Un viaje contemporáneo

El grupo Laboratorio de Interpretación Musical (LIM), por su calidad, internacionalidad y continuidad, es pieza clave en el desarrollo y cultivo de la música contemporánea en España. El Festival Internacional de Música de Santander tuvo oportunidad de acercarse al grupo el miércoles en el claustro de la catedral. El fundador y mantenedor de LIM, Jesús Villarojo (Brihuega, Guadalajara, 1940), goza desde muy joven de alto prestigio como compositor, como instrumentista y como teórico del clarinete. En 1975 fundó su grupo un poco al modo del Nuova Consonanza de Roma, al que Villarojo perteneció; desde entonces los viajes artísticos, las grabaciones, los estrenos y el repertorio de más necesario cultivo se cuentan por cientos. El año pasado, al cumplir el grupo LIM una década, la universidad de Oviedo publicó un volumen que cuenta la vida fecunda del conjunto de Villarojo a través de lo más incontrovertible: el dato y la estadística.La presencia de los LIM, en su forma de cuarteto con clarinete, convocó a los más inquietos melómanos santanderinos. A nadie hizo demasiado feliz la Danza del napolitano Guido Baggiani, profesor en Peruggia y procedente de Nuova Consonanza. Escrita este mismo año para el grupo LIM, la obra juega en sus tres secciones con la flexibilidad temporal, los ritmos fijos o variables y unas construcciones sonoras un tanto ambiguas y mejor contrastadas en la idea que en la realización.

Mucho más precisa en todos los órdenes me pareció Recordando a Bartok, también estreno absoluto en Santander, de Jesús Villarojo. La alusión al compositor húngaro se realiza desde la combinación instrumental -violín, clarinete y piano-, idéntica a la utilizada por Bartok en sus Contrastes.

Homenaje

La actitud de homenaje se caracteriza antes por una acentuación que por una dimisión de las características personales de Villarojo: excelente estructuración, claridad de líneas, variabilidad, exacta noción de lo camerístico en la música actual y, en general, evidencia de un saber lo que se quiere y cómo realizarlo, signo propio de los verdaderos maestros.

Demostraron serlo también con Villarojo al clarinete el excelente pianista Luis Rego, la violonchelista Belén Aguirre y el violinista Francisco Martín. Si los estrenos nos llegaron en interpretaciones válidas por maduras, explicativas y expresivas, El cuarteto para el fin de los tiempos, de Messiaen, sonó con igual esplendor. Quedó clarificada en sus más sustanciales valores una de las páginas más hermosas de toda la música de nuestro siglo.

Cuando oímos fragmentos como El abismo de los pájaros, protagonizado por el clarinete, o Las loas a la eternidad y a la inmortalidad de Jesús, cantadas por el violonchelo, percibimos la hondura del mensaje de Messiaen: un capitulo venido de muy lejos y de muy cerca; desde las viejas melodías eclesiásticas, el entorno de la naturaleza, el concierto franciscano de los pájaros o el arco iris anunciando al ángel exterminador.

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