La crisis bancaria
LA SITUACION del sistema financiero español, primer agente privado de la economía española, es permanentemente punto de referencia en la vida pública de nuestro país. La penúltima alusión a su funcionamiento se dio ante la actitud beligerante tomada en la financiación de las elecciones generales, en las que los bancos concedieron abundantes créditos a un partido hoy extraparlamentario y redujeron los flujos de dinero al tercer partido del país. El último acercamiento de la opinión pública ha tenido como protagonista al Banco Español de Crédito (Banesto) y sus dificultades internas.Al menos los dos últimos gobernadores del Banco de España y el anterior ministro de Economía y Hacienda comparecieron en varias ocasiones en el Congreso de los Diputados y declararon que la crisis bancaria había terminado. Las dos últimas manifestaciones serias de esta crisis en España -Rumasa y Banco Hispano Americano- sucedieron bajo el mandato socialista. La crisis financiera en España ha sido la más profunda de Occidente.
En la anterior legislatura socialista, el Tribunal de Cuentas realizó una exhaustiva auditoría al Fondo de -Garantía de Depósitos Bancarios -el hospital de bancos- cuyas conclusiones definitivas nunca han sido conocidas. Los resultados de la fiscalización del Tribunal de Cuentas han sido retrasados después de continuas manifestaciones de las autoridades de que ya estaban a punto. Es de esperar que uno de los primeros documentos que reciban las nuevas Cortes sea justamente el de las cuentas del Fondo, para que diputados y senadores, y a través de ellos todos los ciudadanos, puedan conocer la ortodoxia o heterodoxia de una gestión llena de dificultades y que en muchos momentos no contó con una legislación oportuna para dirigirla. La importancia de este asunto se concreta por sí misma, ya que, según el primer borrador de esta auditoría -que no contenía las alegaciones del propio Fondo al Tribunal de Cuentas-, valoraba en más de un billón de pesetas las ayudas que habían sido precisas para reflotar a la parte del sector financiero español en crisis. La conocida máxima liberal de que cada palo aguante su vela, tan repetida por muchos dirigentes bancarios, no ha sido más que una consigna escrita en papel mojado y que el sector financiero ha sido tan proteccionista como otros sectores industriales tradicionalmente abocados a las ayudas estatales para sobrevivir.
Pero, además de la crisis financiera conocida como tal, puede estarse incubando en España otra crisis más larvada, que no pasa por el Fondo de Garantía de Depósitos pero que existe ciertamente. Un ejemplo de ello fueron los problemas por los que atravesó el Banco Hispano Americano, tercer banco del país, que tuvo la necesidad de no repartir dividendo en el pasado ejercicio y de cambiar su cúpula directiva para abordar un necesano saneamiento. Los dos primeros bancos del país, Central y Banesto, han repetido este año el mismo dividendo que en el pasado (rompiendo una tendencia ascendente), y, según informaciones no desmentidas, este dividendo fue conseguido después de negociaciones muy arduas con la autoridad monetaria, que les habría presionado a cambiar su gestión de manera urgente.
En estos momentos la máxima atención está concentrada en el Banco Español de Crédito, que acaba de iniciar una renovación de su consejo de administración bajo la batuta de José María López de Letona, llegado del exterior a las hasta ahora monolíticas estructuras de dirección del banco. En Banesto ha aflorado, en un mismo momento, un volumen importante de riesgos (Garriga Nogués, Coca, Agromán, restos del Banco de Madrid) que ha inquietado al Banco de España.
El oligopolio financiero español de los siete grandes ha pasado a formar parte de la historia. El grupo se ha roto en dos partes, de la que la primera, formada por las entidades más grandes, sufre los envites de un envejecimiento progresivo y acusa un descenso de la rentabilidad relativa. El segundo grupo inició la renovación hace años y parece estar en mejor situación económica. La tradicional opacidad de este sector en cuanto a sus grandes operaciones internas -un sector cuyo principal activo es la confianza que merece- impide una valoración categórica sobre su situación. La presencia de la auditoría del Fondo de Garantía de Depósitos en las Cortes puede ser la oportunidad para iniciar un debate sobre la banca, factor básico para el despegue económico de este país.
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