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La reina y la 'dama'

¿Tanto alboroto para nada? ¿Qué sucede entre la reina y, su dama?Los rumores sobre la preocupación de la soberana sobre el peligro de que la Commonwealth estalle se han basado en la negativa de la Margaret Thatcher a aprobar sanciones económicas contra Suráfrica. ¿A quién beneficiaría el escándalo? Las sospechas iban recaido sobre distintos representantes de los países que amenazan con irse de la Commonwealth, sobre su secretario general, que mantiene frecuentes,y buenas relaciones con el palacio, pero también sobre lord Whitelaw, líder de la mayoría en la Cámara Alta, uno de estos conservadores moderados que temen los excesos de la dama de hierro.

Después el Sunday Times citó fuentes cercanas a la reina. El periódico dominical ha producido impacto al indicar que los recelos de Isabel II no afectan únicamente al porvenir de la Commonwealth, sino también a buena parte de la política gubernamental. ( ..) Es una tentación implicar a la Corte y aprovecharse del prestigio de la Corona.

Ya se intentó el año anterior cuando una comisión presidida por el duque de Edimburgo criticó enérgicamente el estado del alojamiento en el reino y cuando, tras los tumultos en los ghettos de los immigrados en las grandes ciudades, se puso en labios del príncipe Carlos que él no deseaba "subir a un trono en un país dividido y parcialmente alienado".

La alegaciones del Sunday Times han sido desmentidas. El consejero de prensa de la reina a declarado que no tenían "ningún fundamento". El semanario a pesar de todo ha mantenido su información. El Daily Telegraph, en tono dramático ha hecho un llamamiento a la soberana para que "no corra riesgos innecesarios para la Corona.

Curiosamente, ha sido el jefe de la oposición laborista, Neil Kinnock quien, lejos de aprovechar el sobresalto de la derecha, ha llevado el debate a proporciones más justas. Ha observado que tras treinta y cuatro años de servicio al frente de la Commmonwealth la reina podía inquietarse por la supervivencia de la institución.

Como ha recordado el articulista de The Guardian, la soberana siempre había tenido a bien no ingerirse en los asuntos del Gobierno haciendo pública su opinión. El comentarista concluía diciendo que "la verdad es que esta opinión sea cual sea no tiene importancia núentras no no sea expresada públicamente -y no lo será nuncay no tiene más significado ni credibilidad que una simple habladuría. Por lo tanto no hay crisis" entre la reina y su dama. En todo caso si existe alguna Margaret Thatcher parece ignorarla. Se comprende. La popularidad de la familia real nunca ha sido tan grande y la del Gobierno tan débil.

Una boda principesca y las vacaciones parlamentarias han venido justo a tiempo para desviar la atención y poner fin a la efervescencia. Según el Financial Times "En julio, todo evento político tiene que considerarse con la mayor prudencia. Tras una larga sesión parlamentaria, los políticos y la Prensa están cansados, ya uno no se controla, y la imaginación vuela. !Entonces, releamos a Shakespeare y La Comedia de los errores, o tomemos el rumor como tengamos a bien!

París, 28 de julio

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