Tratamiento maniqueo
¡Qué gran ocasión perdida! Con profunda tristeza he comprobado en EL PAÍS del 18 de julio lo que no me debía sorprender según lecturas u omisiones en otros anteriores, en uno de los cuales, muy reciente, ni siquiera se hacía mención del asesinato de Calvo Sotelo, antecedente inmediato de la guerra civil. Si con este manifiesto olvido se quería eludir el recuerdo de lamentabilísimos sucesos, ¿a qué vienen las continuas citas del asesinato de Federico, que hasta parece que lo importante en él no fuera su obra, sino exclusivamente el simbolismo de su muerte?Sinceramente, he tenido la impresión de encontrarme ante un tratamiento maniqueo y parcial. Un brindis al sol. Esperaba, y us
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ted lo sabe bien, otra cosa de ese gran periódico. El verdadero espíritu de confraternización y reconciliación que justificara el nunca más del título editorial. Y para eso no caben sino dos posturas: el silencio más absoluto -que no recomendaría- o el relato preciso y objetivo. Del modo que se ha procurado en el suplemento semanal sobre la guerra civil, si bien echo en falta firmas, también objetivas, que serían indispensables para el más completo conocimiento de los episodios. El número de hoy, no precisamente silencioso, es cualquier cosa menos objetivo.
Dar por sentado que los causantes de la guerra civil, unilateralmente, fueron una banda de iluminados que decidieron terminar con un ejemplar régimen democrático supone ignorar la historia, entre otras cosas, la revolución de Asturias de 1934. El solo título del artículo de Federica Montseny, Los días de euforia, demuestra que el 18 de julio fue en efecto una reacción provocada y deseada por minorías a diversas, que partidarios o afines a la articulista tenían decidido hacer una revolución de corte soviético o anarquizante, lo que acometieron inmediatamente con entusiasmo, y provoca su añoranza. En otro reciente artículo de Tortella en Revista de Occidente, se da testimonio directo de un comunista exiliado español que le dice cuando en Praga fracasa su primavera: "Menos mal que en España perdimos la guerra, porque si no ahora estaríamos como los checos".
¿Y era necesaria esa burda caricatura de Franco como única iconografía de su recuerdo? ¿Y por qué un artículo inactual de Tovar, pues está muerto, y otro de Laín, a todas luces insuficientes para cubrir informativamente la otra área del conflicto?
Señor director, estamos conformes: superemos el pasado. Pero leyendo el número de hoy he tenido la impresión de un retroceso, intentando torcer el curso de la historia con la pluma y condenando al silencio a los que con absoluta buena fe y el mejor ánimo de concordia quisieran decir algo más, avalados inequívocamente por, los hechos- Rafael Hitos Amaro.
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