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TRAS LAS ENTREVISTAS DE IFRÁN

El rey de Marruecos y el primer ministro israelí mantienen inamovibles sus posiciones sobre Oriente Próximo

VICTOR CYGIELMAN El comunicado conjunto suscrito por el rey Hassan II de Marruecos y el primer ministro israelí, el laborista Simón Peres, dado a conocer ayer simultáneamente en Rabat y Jerusalén, no logra ocultar, según los observadores políticos israelíes, que ambos se mantienen en sus respectivas posiciones después de las tres entrevistas de los pasados martes y miércoles en el palacio de Ifrán, en Marruecos. Hassan propuso una conferencia internacional de paz, basada en las resoluciones de la cumbre árabe de Fez, de 1982. Peres ahogó por negociaciones directas árabe-israelíes.

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Esas conversaciones deben establecerse, según Peres, a partir de las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la las Naciones Unidas, que incluyen el reconocimiento del Estado de Israel por parte de los países árabes como condición para una solución del problema palestino.[Peres afirmó en declaraciones formuladas tras su regreso la noche del miércoles a Jerusalén que había acordado con Hassan II mantener otras reuniones sobre las gestiones de paz en Oriente Próximo, aunque no indicó que éstas fueran inminentes, informa Reuter. Peres agregó que el mensaje más importante extraído de la reunión probablemente sea que el diálogo continuará en el futuro, por ésta u otras vías. Las declaraciones de Peres, que trazó un panorama optimista del encuentro, en contraste con el balance formulado por Hassan, despertaron como su mismo viaje a Marruecos, polémica en el Parlamento israelí y valoraciones encontradas entre los representantes del Partido Laborista, al que pertenece Peres, y los de la coalición derechista Likud].

¿Fracaso?

La pregunta sobre si la reunión Hassan-Peres se ha saldado con un fracaso no tiene una respuesta única, según los observadores. Si el rey Hassan imaginaba que podría convencer al jefe del Gobierno israelí que aceptara futuras negociaciones árabe-israelíes sobre la base del reconocimiento de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), los derechos de los palestinos a un Estado independiente y la evacuación por Israel de los territorios ocupados desde 1967 (incluido Jerusalén este), entonces se puede afirmar que las conversaciones del palacio de Ifrán resultaron un fracaso total.

Sin embargo, agregan los observadores, se puede dudar de que el rey de Marruecos, un hombre de Estado experimentado, sea hasta tal punto ingenuo. Él debía saber que las resoluciones de la cumbre de Fez, en cuanto tales, eran inaceptables no sólo para un líder del Likud sino para un primer ministro laborista como Peres. En consecuencia, añaden fuentes políticas israelíes, presentar a Peres las resoluciones de Fez en bloque y preguntarle: "¿Las acepta usted?", no podía ser el objetivo de Hassan.

El verdadero propósito del rey de Marruecos ha sido el de quebrar el impasse diplomático sobre Próximo Oriente con una iniciativa dramática, lanzar una piedra en las aguas estancadas del mundo árabe. En otras palabras, "reanimar un proceso de paz agonizante", según la expresión del líder palestino Hanna Siniora, director del diario pro-OLP El Farj.

Hassan anunció su intención de invitar a los ministros de Asuntos Exteriores de los países árabes para informarles del contenido de sus entrevistas con Peres. Esta intención coincide, con el llamamiento lanzado por la OLP para la realización de una cumbre árabe. Resulta una incógnita saber si países del frente de rechazo como Siria, Libia, Yemen del Sur responderán afirmativamente a la invitación de Hassan. Esta será la primera prueba que permitirá verificar, según un ministro marroquí "quién, entre nuestros hermanos árabes, está verdaderamente vinculado con los derechos nacionales de los palestinos, o quién prefiere continuar diciendo no, esgrimiendo eslóganes heroicos, que tal vez suenan bien, pero quién no pueden hacer retroceder un centímetro las posiciones de Israel".

"Con quién hablar"

En Jerusalén, el diputado laborista Rafi Edry, que participó en la preparación del encuentro Hassan-Peres y en las entrevistas de Ifrán, afirmó ayer que ese diálogo ha demostrado "con quién y de qué hablar" entre los países árabes. Edry ha subrayado que las resoluciones de la cumbre de Fez habían expresado el primer reconocimiento, implícito pero indiscutible, del Estado de Israel por, parte de una cumbre árabe.

Edry agregó: "Creo que es necesario decírselo al pueblo de Israel, porque debe conocer la verdad. Si nosotros no modificamos nuestras posiciones, si los árabes tampoco lo hacen, estamos abonando el terreno al extremismo, en los dos campos, y nos encaminamos a una nueva guerra".

Esta toma de posición de parte de un hombre que preside el grupo parlamentario laborista en la Kneset (Parlamento israelí) y que ocupa un lugar central en el partido de Peres, es nueva y no tiene precedentes en lo que se refiere a la valoración de la cumbre de Fez.

Fin del aislamiento egipcio

Otra consecuencia favorable de las discusiones de Marruecos, según los observadores políticos ¡sraelíes, es que Egipto ya no permanece aislado en su diálogo pacífico con Israel. El tabú árabe contra todo contacto directo con Israel ha sido roto por segunda vez. Según las palabras de Peres: "Hassan II ha roto el muro de vergüenza que impedía a los dirigentes árabes ver directamente a los ¡sraelíes".

Los que esperaban que las conversaciones de Ifrán diesen resultados espectaculares, tangibles, pueden sentirse decepcionados. Hassan II y Simón Peres no tenían ninguna intención de comprometerse en negociaciones, incluso en prenegociaciones. En primer lugar, porque no tenían un mandato para hacerlo. Además, Marruecos no tiene fronteras con Israel y no está en conflicto directo con el Estado hebreo, aunque teóricamente el estado de guerra entre ambos países no ha sido abrogado.

El objetivo era tantear el terreno, intercambiar puntos de vista sobre la situación en Oriente Próximo, explorar las respectivas posiciones para verificar si son posibles algunos cambios de actitudes de las partes en conflicto, sí existe un margen de maniobra para mejorar el clima. Mediante este golpe de efecto, Hassan II buscaba crear un ambiente más favorable para el despegue del proceso de paz.

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