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Reagan propone a Suráfrica un plan democratizador y pide al Congreso que rechace la adopción de sanciones

El presidente Ronald Reagan condenó ayer el apartheid y pidió al régimen surafricano que ponga fin al segregacionismo, pero se negó a adoptar sanciones contra Pretoria con el argumento de que el principal perjudicado sería la mayoría negra. Reagan dijo que Suráfrica es como una cebra: "Si atacamos a las partes blancas, también las negras mueren". A cambio de su postura condescendiente y de pedir al Congreso que no adopte sanciones económicas contra Pretoria, Reagan solicitó al presidente Pieter Botha que prepare un programa para acabar con el apartheid, libere a Nelson Mandela y legalice las asociaciones negras prohibidas.

El presidente norteamericano intervino durante 24 minutos y en, la Casa Blanca ante un selecto auditorio de especialistas en asuntos exteriores, en el que era, perceptible la presencia de destacados miembros de la Administración y de la diplomacia, como el embajador ante la ONU, Vernon Walters. El discurso presidencial fue interrumpido por los aplausos una sola vez, cuando Reagan advirtió que el Gobierno surafricano no debe negociar el futuro del país "con ninguna organización comunista partidaria de la lucha armada".Reagan equilibró las continuas llamadas a Pretoria para que acabe con un sistema que calificó de feudal con la negativa a adoptar medidas que sirvan para terminar con un estado de cosas "inmoral y verdaderamente repugnante". El Evangelio sirvió al presidente para justificar su posición. Recordó Reagan que se debe dar de comer al hambriento y de beber al sediento y que, por ello, no es posible aplicar sanciones económicas que van a dañar en gran medida a los negros.

El presidente norteamericano tampoco ocultó la existencia de intereses estratégicos comunes entre Suráfrica, Occidente y Estados Unidos y dijo que la URSS sería la primera beneficiada de un enfrentamiento de Pretoria con sus vecinos y con Occidente.

Suráfrica es una sociedad compleja en transición", dijo Reagan, y puso como prueba de que esa evolución positiva puede y debe seguir adelante el hecho de que los negros puedan formar sindicatos, puedan optar a estudios avanzados e incluso puedan casarse con blancos. "La solución ha de venir de los propios surafricanos", insistió Reagan.

Entre las recomendaciones que él realizó ayer están las de que se establezca una agenda para acabar con el apartheid; que se libere al carismático líder Nelson Mandela y se le permita la actividad política; que se legalicen las asociaciones negras no violentas que ahora están perseguidas, y que se haga posible la participación democrática en la gestión de la sociedad. A cambio de ello, Reagan pidió al Congreso que descarte la adopción de sanciones contra Suráfrica porque "lo que se necesita no es una retirada de Occidente, sino un mayor compromiso". "La gente de Suráfrica merece una oportunidad para conseguir un futuro mejor y, nosotros no podemos destruir esa oportunidad", dijo Reagan.

Desilusión

Los llamamientos del presidente han sido muy efectivos con anterioridad para hacer cambiar de criterio al Congreso. El pasado mes la Cámara de Representantes aprobó la adopción de sanciones que suponían un embargo comercial casi total a Suráfrica y obligaban a las empresas norteamericanas a retirarse del país. En el Senado existe una creciente sintonía con esas medidas, como se lo manifestó el lunes a Reagan una representación de senadores republicanos encabezada por el líder en la Cámara alta, Robert Dole, a quien acompañaba Nancy Kassebaum. Estos senadores advirtieron a Reagan que, sin una "nueva iniciativa creíble" por parte de la Administración, resultará imposible que el Senado no se sume a las sanciones contra Pretoria. El llamamiento de Reagan a Botha no es la iniciativa capaz de inquietar a Pretoria que esperaban los senadores.El obispo negro anglicano Desmond Tutu calificó el discurso de Reagan de "nauseabundo" y declaró: "Creo que Botha debe de sentirse encantado de haber conseguido tan estupendo relaciones públicas en la Casa Blanca". Por su parte, la agencia soviética Tass reprochó al presidente norteamericano su "deshonroso papel" como defensor del régimen racista de Pretoria.

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