Repertorio

Denominador común de los alumnos de las escuelas taurinas es el amplio repertorio de suertes que conocen en teoría. El espectador de festejos de promoción, con novillos sin picar, en el que intervengan estos chavales tiene asegurado que la enciclopedia de la tauromaquia se abrirá por páginas distintas a las habituales y monótonas de las corridas de hoy en día, aunque luego, en la práctica, como sucedió ayer en Las Ventas, el genio de los novillos de Postuero de las Navas impida a los diestros realizar con perfección los pases.Tampoco estos aspirantes a figuras supieron mandarles y pararles lo necesario. Pero por algo son alumnos y ya aprenderán, pues buenas cualidades mostraron. Sobre todo, Miguel Rodríguez, asentado con el capote, espectacular y veraz con las banderillas y dominando algo tan difícil como la ligazón en sus faenas de muleta. Cortó una oreja y fue el triunfador.

El también madrileño Niño de la Taurina hizo lo más original de la tarde: un quite por gaoneras saltilleras. El resto de su labor fue valiente y aseada. El gaditano Pedro Loreto debería olvidar el tremendismo, el torear de rodillas y los recursos puieblerinos, pues baja mucho y bien los brazos con el percal y con la franela dibuja bellos redondos y naturales.