_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Banqueros

Desde que se inventaron los cajeros automáticos, las tarjetas de crédito, los telebancos, el dinero electrónico, la informatización de la cuenta corriente y demás automatismos, el banco ya no es lo que era. Aquellos solemnes edificios con traza de iglesias preconciliares te imponían un respeto. Recuerdo con profunda nostalgia el temblor de rodillas y el sudor de manos cuando me acercaba a confesar mis números rojos delante de una ventanilla forrada de bronce y mármol de las mejores cosechas, desde la que alguien vestido de luto me observaba en silencio. Aquellos bancos preautomáticos eran duros, eran implacables, pero tenían su morbo humano: estaban cargados de misterio y te ponían la carne de gallina. Pero lo atractivo, lo estremecedor, no era la gran escenografía y las maneras secas y cortantes del chupatintas, sino la invisible e imposible figura del banquero. Yo me los imaginaba rodeados de caoba, incienso, pelotilleros y mirra familiar.La electrónica profanó el templo, expulsó los bronces, mármoles y maderas de Indias, transformó aquella soberbia arquitectura religiosa en aséptico diseño funcional de aluminio ymetacrilato y desertizó el gran atrio. Lógicamente, dejé de frecuentar esos recintos y busqué otras emociones. Teclear mi código secreto en una acera ordinaria no era lo mismo.

Los acontecimientos de los últimos días han vuelto a reconciliarme con el perdido morbo bancario. Yo no sé si todo esto obedece a una astuta campaña publicitaria de humanización de los vacíos templos financieros o es que afortunadamente ya nos estamos italianizando por la vía rápida, pero todo este impresionante folletón de la serie negra protagonizado por los altos financieros del país es una excelente propaganda. Banqueros que se suicidan de un tiro en la nuca por un puñado de millones, militares que fugan divisas, políticos intocables procesados por desfalco, aristócratas que atracan sucursales. El banco vuelve a humanizarse, aunque sea por procedimientos de juzgado de guardia, de juzgado de Lerga. Eso ya es otra cosa. Mañana vuelvo al banco a respirar emociones, a escuchar el latido del dinero.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_