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Crítica:VISTO/ OÍDO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cernuda, reconstruido

La forma que aborda Doménec Font en su serie La memoria fértil -imágenes de algunos escritores de la generación de la República es interesante dentro de lo que todavía en España es investigación del lenguaje de la televisión, y a juzgar por su primer capítulo, dedicado a Luis Cernuda.Una televisión literaria. Lo que se mezcla en ella es el apunte biográfico, el testimonio de los contemporáneos, las imágenes de archivo, los textos del personaje, dentro de lo que podríamos llamar material objetivo por parte del guionista-director (con la subjetividad propia de la selección de imágenes y datos, más la que puedan aportar los testigos); otra parte de creación propia, en la que se incluyen metáforas directas -los injertos de un bello y libre caballo blanco- e indirectas -el énfasis de las cámaras-, y una tercera parte dramática en la que los actores representan escenas posibles del personaje y sus próximos.

Esta última parte es la que parece menos adecuada; de ninguna manera porque el actor -Pepe Martín- falle en su interpretación, que es cuidada y atenta, y estudiosa de la naturaleza y la culturización de Luis Cernuda -elegante, britanizado desde antes de ir a Londres; un delicado, profundo, civilizado rojo-, y adecuada en la dicción nada fácil de sus poemas, sino por el malestar que pueda producir la comparación de la imagen obtenida entre las fotografías reales y las interpretaciones fingidas: es un hueco por donde se introduce la incertidumbre, la doble imagen, la inseguridad del retrato. Éste es el punto donde trabaja la investigación que se ofrece.

Retrato atractivo

En el conjunto, el retrato biográfico y psicológico es atractivo. Sobre él se pueden tener distintos puntos de vista: hay una mayor valentía, incluso insistente, en el tema de la homosexualidad que en el del compromiso del poeta, ensayista y autor de teatro en la guerra civil, en su condición de revolucionario, e incluso de lo que tuvo de revolucionario dentro de la revolución: sus quejas, sus protestas públicas de que en la retaguardia la movilización intelectual no correspondiese a la profundidad de la guerra civil (como voluntario en las milicias, y en sus colaboraciones en El mono azul y en La hora de España). Ciertas marginaciones de Cernuda, que aquí aparecen como determinantes de su biografía, y de sus soledades y amarguras, estaban rotas por un sentido de la solidaridad civil y unas posiciones políticas claras, y en esa contradicción del dandy rojo podía haber un filón no sólo dramático, sino de psicología profunda, y no solamente de Cernuda, sino de lo que es la clave de toda una gran generación. No escapa Doménec Font a esta especie de maldición universal de los biógrafos de todos los géneros, que tienen más tendencia a la hagiografía que a la profundidad auténtica de su personaje.

No parece que lo intente. En su declaración de principios -por qué esta serie y por qué estos personajes- hay vocación de rescate: figuras que considera dos veces marginadas o expulsadas del paraíso terrestre, una vez por la censura de Franco y otra por la incomodidad que representan ahora, lo cual hace ver sus retratos como homenajes más que como documentos.

Hay una realidad muy seria en esta segunda concepción: toda la generación de la República y toda su ideología parece rodeada de tejidos protectores, víctimas de una especie de enquistamiento en el tejido político de ahora: una admiración superficial y una renuncia a aceptar sus valores cívicos y políticos, aunque en la lista haya personajes tan asimilados -desde ese punto de vista, únicamente como Plá o Ramón Gómez de la Serna. En algún gran personaje vivo, como es Rafael Alberti, se puede reconocer esta doble cara del poder que, al mismo tiempo que le conserva y le asimila para que no deje de ser suyo todo su gran valor literario, le mantiene a una prudente distancia y le regatea lo que puede.

El primer capítulo de La memoria fértil mantiene su interés, dentro de una aproximación literaria, culta e intelectual, y ofrece la promesa de este camino abierto muy por encima de la vulgaridad con que suele hacerse este tipo de documento en España.

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