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LA CAMPAÑA ELECTORAL

Euskadi, 'otro' país

Los partidos nacionalistas entran en la disputa del voto inmigrante

Noventa y un años de historia son para el PNV garantía de continuidad. "Cuando ETA desaparezca, nosotros seguiremos", asegura Arzalluz. Tampoco le preocupan los desembarcos del PSOE, qué trasladó a Vitoria, la plaza vasca menos comprometida, su espectáculo electoral. "Vienen con muchos fuegos de artificio, pero se van, y esto (Euskadi) ocupa luego el quinto o sexto lugar en sus preocupaciones. Nosotros nos, quedamos".Asegurado el respaldo nativo, PNV, HB y Euskadiko Ezkerra (EE) se han lanzado en busca del voto inmigrante, convencidos de que el desencanto juega a su favor. El enfrentamiento entre las dos comunidades ha sido un recurso asiduo de Ricardo Damborenea, secretario general de los socialistas vizcaínos, que haciendo honor a su apodo de Rambo va a cerrar su campaña sobrevolando Bilbao en globo. Euskera obligatorio y discriminación han sido sus dos fantasmas predilectos.

Los nacionalistas acusan a Damborenea de querer mantener en un gueto a los inmigrantes, porque teme que la integración cueste miles de votos a su partido. Iñaki Aldecoa, cabeza de lista de HB en Navarra, ha ido más lejos al calificar de "racista" al PSOE, ya que "no admite que puede ser abertzale el que no ha nacido en Euskadi".

En un tono menos radical, Arzalluz cree que el mejor argumento electoral es que funcione la autonomía. "Estamos en el mismo saco", les dice a cuantos han venido de otros lugares. "Si hay aire sucio, lo hay para todos; si hay paro, también; si las escuelas son malas, lo son para todos". Algunos nacionalistas creen ver una estrategia de largo alcance cuando el Gobierno socialista entorpece al traspaso de la justicia o recurre sistemáticamente contra las leyes del Parlamento vasco. No le interesa que la estructura autonómica funcione demasiado bien, porque podría ir en su contra.

Este forcejeo permanente da bazas a HB. Uno de sus dirigentes, Txema Montero, ridiculiza algunos aspectos de la práctica autonómica del PNV: "Para ellos crear país es crear instituciones, recaudar impuestos, tener competencias. Así, un buen año de cupo es un buen año de soberanía, pero luego resulta que no podemos decidir qué hacer con nuestra economía, porque no se nos permite decidir el modelo industrial que queremos. Por eso nosotros pedimos poder político".

Arzalluz suele replicar a los radicales diciendo que nadie fue más radical en su nacionalismo que Sabino Arana, fundador del PNV, pero añade que, "sin renunciar a nada", aún se puede caminar largo tiempo por el sendero autonomico. Fiel al aranismo de los derechos históricos, el estatuto se convierte dentro de su discurso en un sendero que puede conducir a cualquier parte, sin asumir nunca que la independencia sea "un anacronismo", como dijo el lendakari Ardanza en el Club Siglo XXI.

En esta estrategia el euskera es uno de los motores para construir la nación vasca. El aumento de la demanda de ikastolas en pueblos de mayoría inmigrante es para el PNV un indicio de que también ellos han terminado por aceptar que el euskera será un instrumento imprescindible en el futuro. El PSOE recurre mientras tanto todo concurso que exija saber el idioma vasco, aunque sea para telefonista en la Diputación de Vizcaya. "A nadie se le ocurre hablar de discriminación porque para ser policía haga falta una determinada estatura", dicen los nacionalistas.

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Gobierno de Vichy

Este tipo de hechos permite a HB comparar al Gobierno de Vitoria con el de Vichy. En cualquier caso, Txema Montero admite que algo se ha podido lograr, aunque siem pre pone más acento en los logros de los ayuntamientos, en los que sí participan, que en los de las instituciones autonómicas. "Por primera vez en nuestra historia estamos creando un funcionariado propio", dice. "Antes los vascos trabajábamos en la empresa privada o nos hacíamos curas o navegantes. Ahora tenemos funcionarios propios: en las ikastolas, en los ayuntamientos, etcétéra. También hemos conseguido que el euskera se urbanice, que empiece a tomar ciudades como Bilbao". Pero el estatuto no resuelve la separación Navarra-Vascongadas ni permite el ejercicio de la autodeterminación, ya que nace de una Constitución que deposita una soberanía única en el pueblo español.

La normalización en Euskadi pasa para HB por el ejercicio del derecho de autodeterminación, "al menos una vez". Montero no asegura que ese acto conduzca irremediablemente a la independencia que él defiende. Admite que en las filas de su propio partido hay quien propone otras fórmulas. "Es absolutamente necesario, sin embargo, que el pueblo vasco se ponga ante su propio espejo al menos una vez en la historia".

Onaindía interpreta la autodeterminación en términos más moderados, en el sentido de que los vascos puedan decidir qué tipo de relaciones quieren con Madrid. Sin excluir que algún día se pueda votar los términos de esa relación con España, entiende que algo de eso se hizo ya al votar la autonomía. "Es incoherente estar por la autodeterminación y en contradel estatuto. Es como estar por la independencia a pesar de los vascos".

Mario Onaindía, ideólogo de EE, opina que el estatuto, al que califica como el hecho político más importante ocurrido en Euskadi desde el comienzo de la transición, ha permitido a los vascos aprender a organizar un país que tiene los mismos problemas de Europa. "La sociedad vasca es hoy menos dramática, más tolerante", afirma Onaindía. El reto es hacer un País Vasco en el que pueda escribirse una novela policíaca sin que se sepa de antemano quién es el culpable.

HB no vacila en calificar esta actitud de claudicante. Para Iñaki Aldecoa EE no es más que un "PSOE-bis", producto de una operación de mercadotecnia política para recuperar los votos que pueda perder el partido gobernante por el desgaste que entraña el poder. "Es como esas marcas que lanzan las multinacionales de los detergentes cuando se les empieza a agotar el mercado".

Onaindía prefiere no entrar en esta polémica. Hace nueve años, cuando fue extrañado a Bruselas en víspera de las primeras elecciones generales, habló extensamente con los abertzales que defendían la lucha armada. "Ya sé lo que piensan; cuando cambien ya me enteraré". Cree que la violencia no ocupa hoy un lugar relevante en las nuevas generaciones. "Europa es un ejemplo de que se puede distrepar sin darse martillazos. La forma de acabar con la violencia es que aceptemos que estamos en una democracia en la que se puede defender cualquier idea".

El niño meón

La iniciativa del Gobierno vasco de reunir un grupo de expertos para buscar soluciones a la lucha armada le merece un comentario iconoclasta: "Es como si una familia reúne a los mejores especialistas alrededor de un niño meón. Éste se siente tan importante que, faltaría más, sigue meando. Aquí llevamos camino de convertir el asesinato en una enfermedad". En otros términos, es lo que Juan Aranzadi describe al señalar que el casquillo de 9 milímetros Parabellum se ha convertido en uno de los signos de identidad vascos.

HB considera, por el contrario, que las balas de ETA son un importante argumento político, uno de los pocos que Madrid entiende para poner en marcha ese proceso de autodeterminación sin el que la paz no será posible. Según los cálculos de Txema Montero, en Euskadi hay unos 200 activistas armados, que no son una simple cuestión policial porque en torno a ellos, en círculos concéniricos, hay al menos 80.000 vascos que apoyan incondicionalmente sus acciones (10.000 llenaron el velódromo de Anoeta al grito de "gora ETA Militarra"), otros 210.000 que votan siempre HB, aunque algunos no estén de acuerdo con ETA, y más de un millón que apoyan a los partidos abertzales.

Desde este cálculo de fuerzas, HB concluye que la autodeterminación cuenta con el respaldo mayoritario de los vascos y las elecciones son una confirmación de que la paz pasa por ahí. Lo mismo dice ETA, que, según Iñaki Esnaola, cabeza de lista de HB en Guipúzcoa, no es más que "la punta del iceberg que ha sacado a la luz el descontento de un pueblo que quiere poder político".

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