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Reagan no quiere recibir al nuevo canciller austriaco

La crisis gubernamental austriaca desencadenada por la elección de Kurt Waldheim como jefe del Estado adquiere cada vez mayores dimensiones. Un día después del éxito electoral del controvertido ex secretario general de la ONU dimitía el canciller federal Fred Sinowatz. El martes lo hacía el ministro de Asuntos Exteriores Leopold Gratz. Éste no dejó ayer ninguna duda sobre las causas de su dimisión y se declaró incapaz de asumir la obligación de cooperar con el jefe de Estado en la política de representación exterior de Austria. Ayer dimitía el ministro de Transportes y de la Industria estatal Ferdinand Lacina, uno de los jóvenes políticos más prometedores del partido socialista.También ayer se conoció la primera consecuencia grave para la política exterior de Austria que ha tenido la elección de Waldheim. La Casa Blanca ha comunicado al Gobierno austriaco que la entrevista de Fred Sinowatz con el presidente Ronald Reagan durante un viaje oficial a Estados Unidos del 22 al 27 de este mes no es transferible al nuevo canciller Franz Vranitzky por lo que el encuentro con el presidente norteamericano queda aplazado indefinidamente.

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En medios políticos austriacos se es plenamente consciente de que, de haber querido, Reagan habría podido recibir a Vranitzky como sucesor de Sinowatz en un encuentro previsto desde hace muchos meses. El encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en Viena, Felix Blokh, aseguró que "se va a buscar una fecha para esta visita", si bien advirtió que "esto no podrá ser antes del otoño". Nadie cree, sin embargo, en Viena que pueda llegar a celebrarse antes de la primavera.

Nadie puede decir hoy quién será el presidente del Gobierno austriaco para entonces. El nombramiento de Vranitzky no ha hecho sino agudizar la división en el Partido Socialista y las fuertes críticas contra el nuevo canciller del sector derechista del partido se han hecho oír inmediatamente. El ex canciller Bruno Kreisky ha criticado el nombramiento y señalado que "para eso podían haber puesto directamente a Androsch en el puesto". Hannes Androsch, en un tiempo delfín de Kreisky y su ministro de Finanzas, es el máximo representante de la derecha del partido, enemistado con el anciano ex canciller y alejado de puestos de mando en el partido desde que surgieron numerosos indicios sobre irregularidades financieras en su compra de una magnífica casa en las afueras de Viena.

Androsch dirige actualmente el mayor banco austríaco, Creditanstalt. Androsch estuvo también implicado en un escándalo producido por el hecho de que simultaneaba su cargo de ministro de Finanzas con la propiedad de una asesoría fiscal.

Las juventudes socialistas también han criticado la decisión de la dirección del partido de nombrar a Vranitzky y lo consideran un golpe de mano para abrir el camino hacia una gran coalición entre socialistas y conservadores del Partido Popular.

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El designado canciller está teniendo enormes dificultades para encontrar personas que asuman los ministerios vacantes por la deserción de antiguos miembros del Gobierno. Algunos de estos ministerios, como el de Finanzas, que dirigía el propio Vranitzky, que deberá realizar próximamente saneamientos financieros en la industria estatal y los consiguientes despidos, equivalen a un suicidio político.

El ministro de Agricultura, Guenther Haiden, ya ha anunciado también su retirada del Gobierno. El Gabinete, cuya composición debería ser hecha pública mañana, seguía siendo ayer una incógnita. Los rumores sobre rechazos de ofertas de ministerios se sucedían en Viena.

Dada la crispación creada en la campaña electoral y la crisis política desatada después, algunas voces advierten sobre los peligros que podrían surgir para la estabilidad de un país con una situación geopolítica tan delicada como es la austriaca. El ya ex ministro Gratz recordó ayer la necesidad de que, pese a todo conflicto, se mantenga un consenso entre todas las fuerzas respecto a los principios fundamentales en que se basa el Estado de Austria.

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